El efecto contraproducente: la psicología de por qué nos resulta difícil cambiar de opinión
Cómo la desconexión entre información y percepción explica nuestra peligrosa autojustificación. “Permítase el incómodo lujo de cambiar de opinión”, escribí cuando reflexionaba sobre las 7 cosas más importantes que aprendí en 7 años de Brain Pickings (Selección de Cerebros). Esto es un enigma con el que la mayoría luchamos- por un lado, la toma de conciencia de que el crecimiento personal significa trascender nuestros pequeños egos a medida que alcanzamos un entendimiento del mundo más dimensional, inteligente e ilustrado. Y, por otra parte, el dolor creciente e intenso que implica evolucionar o abandonar completamente nuestras creencias previas a medida que incorporamos nuevos conocimientos y percepciones a nuestra comprensión sobre cómo funciona realmente la vida. Esa incomodidad, de hecho, puede resultar tan insoportable que, a menudo, vamos demasiado lejos para ocultar o negar convicciones cambiantes al prestar menos atención a información que contradice nuestras creencias actuales, que aquélla que prestamos a información que confirma nuestro pensamiento. En otras palabras, fallamos al quinto principio que nombra Carl Sagan en su brillante y atemporal trabajo “Baloney Detection Kit for Critical Thinking” (Kit de detección de tonterías para un pensamiento crítico) que consiste en: “Tratar de no quedar apegados a una hipótesis sólo porque es tuya”. Esa tendencia aleccionadora, propia de la humanidad, es conocida como el efecto contraproducente y se encuentra entre los diecisiete fenómenos psicológicos que David McRaney...
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