La computadora, y más precisamente el fenómeno de Internet, es en la actualidad uno de los medios más comunes y, junto a otros dispositivos, atraviesa todas las actividades fundamentales para la vida del hombre: el trabajo, el ocio, la información, la diversión, la educación, el juego y hasta las compras.
Hace 30 años la práctica de comprar y vender bienes o servicios podía llegar a tardar semanas, meses o hasta años, según el producto. Hoy en día, el fenómeno de internet ha propiciado, con su instantaneidad y velocidad, una nueva concepción de compra – venta: la “compra – venta online”.
Si bien ya hace más de 5 años que el auge de la compra – venta online se dio en el mundo, su principal campo de acción estaba vinculado a portales conocidos como: Mercado Libre, Ala Maula.com, E-Bay y OLX. Actualmente, este campo de acción parece estar desdibujándose para darle lugar a uno nuevo: “las redes sociales”. Así, poco a poco, y gracias a los nuevos dispositivos que permiten un mejor y rápido acceso a dichas redes, las personas se inclinan por realizar transacciones comerciales a través de redes sociales, pero más precisamente Facebook. Ahora bien, ¿Cómo se hace? ¿Por qué ha crecido tanto? ¿Quiénes lo utilizan? ¿Por qué esta plataforma?
Para hacer un buen análisis, y poder obtener la mayor cantidad de datos desde el mismo lugar de acción, decidimos realizar un acercamiento, mediante la etnografía virtual, hacia estas comunidades que, como explica María Álvarez Cadavid, “no están situadas físicamente en ningún lugar, que su presencia es virtual, que sus vínculos están mediados tecnológicamente” (Álvarez Cadavid, 2009) y que tienen, por tanto, sus propias formas expresivas. Debemos, por ende, ser usuarios, saber utilizar estas tecnologías, integrarnos a la comunidad y observarla para aprehender sus formas de desenvolverse, sus modos de expresión. En este análisis, particularmente, no nos hemos identificado como usuarios observadores sino simplemente ingresamos en los grupos como un usuario más, lo cual no implica una afección al desarrollo de las actividades habituales del grupo.
El análisis se basó en la observación de tres grupos de Facebook, partiendo de las siguientes pautas: -Qué se vende – Cuánto se vende – ¿Se repiten los compradores? – Cantidad de publicaciones – Cantidad de “me gusta” – Cantidad de comentarios, entre otras.
Los grupos observados tienen las siguientes características:
1. “Publican2” (Rosario) – es un grupo cerrado, en el que hay que solicitar “Unirse al grupo”. En su información ofrecen: “Clasificados gratis 2.0. Clasificados en Rosario y la región”. Tiene más de 94.000 usuarios y es un grupo muy desarrollado. Poseen además del grupo de Facebook una página web, y en su “foto de portada” podemos ver que hasta venden publicidad. Tienen un reglamento establecido, que se puede leer en un link en la información del grupo. En él explicitan: los requisitos para ser usuario del grupo (por ejemplo, una vez que entrás, recomendáselo a diez amigos); cuántas publicaciones por día puede realizar un usuario; qué no se puede comercializar; que cosas no se pueden publicar (por ej: mascotas perdidas, avisos políticos, de ONG´s, etc); piden expresamente que se aclare un precio al momento de vender; y además, hay una sección de “usuarios Premium”, para aquéllos que quieran publicitar o disponer de más publicaciones al día.
3. “Compra – Venta Marcos Juárez (Cba)” (Marcos Juárez – Córdoba) – es un grupo abierto, tiene más de 14.500 usuarios; el grupo no tiene reglas establecidas ni tampoco explicitan ninguna información de grupo. Sí promocionan la página como: “donde TODOS podemos encontrar lo que necesitamos!”.
¿Por qué esta plataforma y no otra?
La plataforma de Facebook brinda, a través de la creación de grupos abiertos, la fácil e instantánea posibilidad de publicar para un gran número de personas, incluyendo fotos, videos, audios, etc.
Esta multiplataforma no sólo hace más rápida la publicación de aquello que queremos comprar o vender, sino que además da la posibilidad de interactuar al instante con el comprador o el vendedor a través de comentarios y mensajes privados. Ahora bien ¿para vender qué cosas se utiliza una red social como Facebook?…¿se vende realmente?, ¿quién regula la calidad de lo que se vende?, ¿son los usuarios personas físicas o empresas constituidas?
Contestar a las preguntas anteriores no es sencillo, sin embargo tampoco es imposible. Al revisar los datos obtenidos en la observación de los grupos, se puede dilucidar un claro favoritismo de la gente joven por comprar y vender en su mayor medida aparatos electrónicos, principalmente celulares. Sin embargo, esto no quita la presencia de usuarios de edad más adulta que venden o compran, en su mayoría, artículos para el hogar o automóviles. Un dato no menor es, además, la sorprendente cantidad de empresas constituidas que también se han hecho partícipes de estas prácticas para, por ejemplo, la venta de inmuebles.
El modo en el que se opera en estos grupos es sencillo y muy similar a la venta online que aún muchas personas siguen utilizando desde otras plataformas. Los usuarios deben publicar lo que desean comprar o vender, estipulando precio del bien o servicio que desean brindar o adquirir, y adjuntarle a ello una imagen real o figurativa del mismo. ¿Cómo se regula esto?, muy sencillo. El administrador del grupo, como creador del mismo, tiene la posibilidad de excluir a quien no respete estas reglas y para hacerlas cumplir necesita de la colaboración de los demás usuarios para que denuncien la mala utilización del servicio. A su vez, los usuarios al ingresar al grupo son avisados de estas prácticas que deberán cumplir para seguir permaneciendo en él a partir del botón “información”, el cual se encuentra siempre visible en la parte superior del grupo.
Un factor muy importante en esta nueva forma de venta es la verificación del usuario que está realizando la publicación, ya que la plataforma ofrece tanta facilidad de registro que posibilita en un grado altamente peligroso caer en una estafa. El desconfiar de aquél que está del otro lado de la pantalla es algo que desde los inicios de la era de las telecomunicaciones se ha venido desarrollando en todas las generaciones. Sin embargo, en las generaciones más jóvenes o denominados por varios autores como “nativos digitales”, la posibilidad de detectar el engaño es mucho mayor. Al conocer mejor los medios y las interfaces en las que se mueven, estos usuarios poseen no sólo un mejor control, sino también un código común que los hace una presa difícil de cazar.
Una práctica común que varios usuarios utilizan en estos grupos, para no ser víctimas de una estafa, es revisar el perfil del comprador/vendedor para conocer cuánto hace que se encuentra en la red, la cantidad de publicaciones que posee en su muro, y hasta la cantidad de fotos en las que aparece. Por el contrario, muchos aseguran que seguir estos patrones no te previenen de una eventual estafa, y proponen así una categorización que posibilitaría una transacción exitosa. La técnica no tiene que ver con la identificación del usuario, sino que lo que busca es solamente facilitar el negocio, previniendo cualquier tipo de engaño que la publicación pueda traer aparejada. Dicha técnica consiste en la citación de los usuarios en cuestión en lugares públicos y transitados, logrando así la inhibición de actuar del estafador.
Gracias a estas comunidades que conviven en las redes sociales, se abrió una nueva oportunidad para el comercio de bienes y servicios. Desde comida caseras hasta autos pueden venderse aquí. Al parecer, no hay límites a la hora de comprar y vender, sólo importa encontrar lo que necesitás, y ofrecer aquello que ya no utilizás. Por ahora la respuesta es positiva y, junto a la cooperación de todos los usuarios, se está trabajando para detectar perfiles falsos o posibles engaños, lo que no quita validez al hecho de que existen falencias todavía por resolver.
No es posible determinar por cuánto tiempo logrará imponerse esta nueva forma de venta, ni tampoco cuánto tardará en aparecer una nueva aplicación para el concepto de compra/venta online, pero sí hay una cosa de la cual estamos seguros: mientras la tecnología siga avanzando a pasos agigantados, las prácticas presenciales y las virtuales se irán fundiendo cada vez más, a tal punto que todo lo que creíamos conocer, se volverá algo extraño; y aquello que una vez pareció extraño se volverá obsoleto.
Por Delfina Aste, Gonzalo García y Lucas Milani. Estudiantes del Seminario Ciberculturas 2013.