Cuando las luces que encendían el techo del salón de actos del edificio de Rectorado de la Universidad Nacional de Rosario apagaron su esplendor, dejando vivas solo a aquellas que enfocaban hacia el escenario, y el silencio entre los presentes se tradujo en atención y curiosidad, Ignacio Ramonet comenzó la presentación de su libro «Chávez, primera vida» prometiendo un viaje hacia el costado más desconocido del líder venezolano.

El escritor europeo atacó al sentido común y puso en jaque el inconsciente colectivo creado en el último tiempo por los medios de comunicación y distintos círculos de opinión – a favor o en contra – acerca de la figura del ex presidente latinoamericano que en un lapso de tiempo determinado pasó a ser una de las figuras políticas más trascendentales y significativas del planeta.

Casi como un desafío hacia los recuerdos que la retina lanza sobre la figura de Chávez, Ramonet nos invitó caminar por los escalones que no se ven, a simple vista, de la escalera que lo condujo al poder.

Atentos estaban, entre un variado público, el Embajador de la República de Cuba en Argentina, Jorge Lamadrid Mascaró, el Cónsul del Estado Plurinacional de Bolivia en Rosario, Sixto Valdez Cueto, el Embajador de Venezuela, Carlos Martínez Mendoza, integrantes de LaComisión Directiva del Sindicato de Prensa Rosario, miembros de El Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, El obispo Federico, integrantes de AMSAFé y la periodista Alicia Simeoni, quien se encargó de dar la bienvenida al escritor y agradecer por la concurrida convocatoria.

La obra se anexa al libro editado anteriormente titulado “Cien horas con Fidel” o “Fidel Castro: biografía a dos voces”.Fue presentada como el resultado de tres años de conversaciones y convivencias por parte de Ignacio Ramonet con el Comandante Hugo Chávez Frías, donde no solo hubo lugar para discusiones políticas frente a un contexto social categórico, sino que además, existió todo un repaso por la durísima infancia del ex presidente, su paso por el ejército, la influencia de la religión y la importancia de sus lazos familiares.

En las palabras del autor, Chávez tuvo una infancia muy compleja, contaminada por la pobreza y la necesidad de cambiarle la cara a un futuro poco prometedor en los poblados pobres de Venezuela. Oriundo de Sabaneta, una localidad que se anota en el mapa al oeste del territorio de su país, de pequeño Chávez salía a caminar las calles de su ciudad vendiendo las <arañas> que su abuela cocinaba. Ésta era quien lo cuidaba mientras sus padres trabajaban para poder sostener el hogar.

Su casa, por aquel entonces, era un frágil refugio y esa debilidad la mostraba ante la lluvia que inundaba las habitaciones y arruinaba las modestas estructuras. Sin embargo, esta no era la única herida que dejaba el agua que caía del cielo, ya que Sabaneta no tenía asfalto y el barro que nacía de las precipitaciones bloqueaba los caminos, impidiendo que el niño venda el dulce que ayudaba en la economía familiar. “Era un pueblo de cuatro calles de barro que, cuando llovía, sus calles no  se volvían intransitables”, completó el escritor.

Condenado a la triste historia de los sin futuro, Chávez le retrucó la apuesta al destino y doblegó los esfuerzos para no apagarse entre la opresión de un sistema excluyente. Fue un alumno excepcional, con enorme facilidad para las matemáticas y las ‘ciencias duras’ en un principio, pero tiempo más tarde, conocería su amor por la política y la transformación social.

Atentando con las estructuras que proponen una mirada unidimensional del universo, el muchacho mestizo que vendía frascos de dulce por las calles, se convirtió también en el mejor cadete del ejército, donde aprendió tácticas militares, disciplina y liderazgo. Al mismo tiempo, la arista que lo complementa como un referente crucial en la historia de los pueblos americanos la puso la iglesia, luego de que se anotara como monaguillo gracias a las enseñanzas de un viejo sacerdote que lo alejó de la cúpula del Vaticano y le habló de la función social del culto, la vida de Jesucristo (el primer revolucionario según Chávez) y el amor por el pueblo.

Esos componentes, sumados a su incansable espíritu revolucionario y su gran inteligencia, lo formaron para pensar en las posibilidades reales de devolverle los venezolanos aquello que los intereses privados le habían arrebatado sin siquiera pedírselo: la identidad.

Ramonet lo definió como un ‘autodidacta salvaje’, ya que no tuvo las oportunidades de aprender formalmente todo lo que le interesaba e iba leyendo según los libros que caían en sus manos, y agregó: “Cuando explicaba algo inmediatamentenecesitaba dibujar, siempre quiso ser artista”; y tal vez fue la magia del arte devenido en política – como si no fuesen parte de una misma cosa – el eslabón final para dar el gran salto y llegar a ser el presidente más importante de la República Bolivariana de Venezuela.

A modo de cierre, el escritor de Le Monde Diplomatique, definió a su obra como “un libro que nos presenta a un Chávez tremendamentehumano, ese mismo que durante sus 14 años de gobierno, no sólo cambió el rumbo de la historia de su país, sino de América Latina y el Caribe”.

Una vez finalizado el recorrido por las páginas del libro, algunos afortunados tuvieron la chance de esbozar algunas preguntas al autor quien ahondó acerca de la vida del Comandante, pero también reflexionó sobre la actualidad de América Latina reivindicando algunas inclinaciones significativas en materia de ‘soberanía’ de los presidentes del bloque del Cono Sur.

Lamentablemente, por mal entendidos o fallas en la organización interna del evento, la librería encargada de llevar los libros para que los interesados puedan comprarlo ahí mismo y recibir el autógrafo del autor no concurrió al lugar, por lo que ninguno de los presentes tuvo la posibilidad de acceder al título y debieron esperar un día más para juntar la obra con la firma de Ignacio Ramonet.

Autores: Juan Campos, Anto Cassina, Clarisa Lago,Lisandro Lombardero, estudiantes del Seminario Ciberculturas, ciclo 2014.