El documental transcurre en el relato de lo que se denomina la “Guerra civil de El salvador”, mediante la reconstrucción de los hechos a partir de un gran trabajo de recolección de archivo y entrevistas a algunos de sus protagonistas (de ambos bandos), hecho que culmina con un tratado de amnistía entre las dos partes. Ahora bien, si revisamos el significado de la palabra amnistía veremos que se remite al concepto del perdón. La directora, Marcela Zamora, realizadora del documental e hija de uno de los principales presos políticos de la época, viene a ponernos en jaque este concepto del perdón. ¿Son estos hechos merecedores del perdón? ¿Quiere el perdón decir que debemos olvidar, hacer “borrón y cuenta nueva” como si nada hubiese ocurrido? El largometraje nos lleva hacia un NO rotundo.

Durante 90 minutos veremos la trágica historia de un país, historia que no es única en su continente, sino que está enmarcada en la cadena de sangrientos golpes de Estado y “batallas contra la subversión” que se llevaron a cabo sistemáticamente tanto en el centro como en el extremo sur de América. (Y siempre dirigidas desde el extremo norte).  Curiosamente el film no trabaja desde una sola mirada, hay tanto relatos de quienes fueron víctimas, como terroríficos relatos de quienes fueron ejecutores de los perversos planes y las torturas más inhumanas, los mismos que aluden a un simple acatamiento de órdenes, ejemplificando de manera impecable aquel concepto de banalidad del mal que supo descubrir Hannah Arendt.

Marcela Zamora nos acompaña en este recorrido, ella también usa nuestros zapatos de nacidos y crecidos en democracia y decide romper con la barrera que nos hace ignorar esa parte oscura de nuestra historia latinoamericana, ya sea por vergüenza, miedo, incomodidad, comodidad, o el motivo que sea. En el camino ella reconstruye su identidad en el encuentro con la figura de su padre, y simultáneamente los espectadores resignificamos o quizás solo comenzamos a forjar nuestra identidad como hombres y mujeres de Latinoamérica. El documental nos invita a recuperar la memoria como ejercicio, aunque duela, aunque sea difícil, a traer al presente nuestro pasado como única manera de que nunca jamás se repita. “Los ofendidos” es un grito salvadoreño que resuena igual que el argentino y el de muchos otros hermanos: “Ni olvido, ni perdón”.

Por Luisina Burgos, Franco Parada y Romina Zuazo. Estudiantes del Seminario Ciberculturas 2017.