El viernes 26 de mayo a las 19, en el Centro Cultural Pichincha del Sindicato de Prensa, se realizó la presentación del foto-libro «Diciembre» de la editorial SUB COOP, acompañado con un taller de dos días de duración sobre narrativas visuales.

En esta presentación se expusieron fotografías de dicho libro, que como se describe en la página web de la cooperativa, el trabajo fue realizado a 15 años del 2001, sobre la base de fotografías analógicas de aquel 19 y 20 que son parte de la memoria colectiva. Además de otras inéditas que latían en los negativos archivados, SUB COOP presenta una reescritura que explora las posibilidades narrativas del formato fotolibro.

En este marco entrevistamos a Nicolás Pousthomis, exponente del taller e integrante de la editorial SUB COOP recuperada por trabajadores en 2001, él nos cuenta sobre el trabajo realizado.

Leandro Romero Acuña: ¿Cómo surge la idea del foto-libro?

Nicolás Pousthomis: Diciembre de 2001 es una fecha que para nuestra cooperativa significa muchas cosas, es el momento originario de SUB COOP, donde nace nuestro colectivo. También representa nuestro ensayo y al cumplirse 15 años teníamos ganas de volver a hacer una reescritura de ese trabajo. Nos pareció oportuno elegir el formato foto-libro porque ofrecía otras posibilidades de narrativas, en cuanto a la fotografía en este momento se está desarrollando mucho como soporte, porque permite retomar un poco el control de la manera de ver la fotografía.

El foto-libro, además de poder apreciarlo con los ojos, se manipula, se toca, se hule, se mira con cierta pausa, se mira en un tamaño importante. Entonces al cumplirse los 15 años nos pareció que era momento de volver a  hacer ese ensayo y el foto-libro era la manera más adecuada de hacerlo.

L.R.A: ¿Qué se quiere mostrar con este foto-libro?

N.P: Lo que ofrece el foto-libro como punto de vista, es la mirada de un participante, contar una historia muy de adentro; lo que tiene de diferente nuestro ensayo con todos los trabajos que se hicieron del 2001, que es una fecha muy fotografiada por los reporteros gráficos, es justamente mostrar la mirada de un protagonista muy activo.

No solamente como un testigo, un observador, sino como un participante, por eso a nosotros, el libro, nos daba la posibilidad de emular o de reafirmar un poco ese narrador. El libro empieza con una imagen de un colectivero que está yendo muy rápido hacia unas barricadas, eso es como atravesar el fuego que aparece en la portada y luego, seguida hay una foto de un policía con un arma apuntando directamente hacia la cámara, hacia el objetivo, hacia al fotógrafo y en este caso también hacia el observador que lee el libro. Entonces ahí, todos estos detalles reafirman y potencian el discurso que queremos dar.

L.R.A: ¿Qué significa el fotoperiodismo en tu vida?

N.P: Primero es mi oficio, es mi trabajo, es mi manera de ganarme el pan. Yo decidí ser fotoperiodista, aunque en realidad me defino más como fotógrafo documental, porque quería contar historias. El mundo me genera mucha curiosidad, muchas ganas de observarlo, de contarlo, y la fotografía es un instrumento muy eficaz para eso, porque combina lo estético y un elemento expresivo muy importante, que vinculado a la noción de tiempo, es un instante y a la vez ese instante se vuelve eterno, es la herramienta que elegí para contar el mundo.

 L.R.A: ¿De qué manera calificas el rol del fotoperiodista, se piensa como un trabajo en solitario?

N.P: En mi caso no lo interpreto así porque yo trabajo en un colectivo de 5 fotógrafos, solemos trabajar juntos colectivamente en varios trabajos o acompañarnos. Aunque sea uno sólo el que haga las fotos, siempre tiene la mirada del otro y el apoyo, a veces las ideas. En ese momento del disparo, del clic yo no lo veo tan individual, porque aunque uno este solo con la cámara es un proceso más largo.

El rol del fotoperiodista, me parece que es tratar de levantar preguntas más que de denunciar, creo que ahora priman, sobre todo, las fotografías que tienen esa ambigüedad que obliga un poco al observador hacerse esas preguntas y a tratar de dilucidarlas, de aportar una respuesta desde una elección más activa y no simplemente a observar, denunciar y comentar el mundo. Sino que ahora se requiere del fotógrafo documental una información extra que aporte más datos sobre los procesos que está mostrando.

L.R.A: ¿Cómo viviste el momento previo al estallido social, político y económico del 2001?

N.P: Yo viví en Francia hasta los 20 años, vine en el 96´a vivir a la Argentina, todo ese momento previo lo viví de manera externa, porque recién ahí me estaba instalando en el país. Entonces hasta el 2001 lo vivía con cierto extrañamiento, porque el país tenía la paridad dólar-peso que hacía que la economía estuviese sostenida de una ilusión. Todos esos momentos previos fueron como “el momento en que uno corre en un auto directo a estrellarse al muro pero que niega esa situación”. Por lo tanto, en el 2001 se produce el impacto y nos terminamos de dar cuenta de todas la consecuencia que habían generado esa década neoliberal.

L.R.A: ¿Hubo un cambio de paradigma a partir de lo que ya se venía considerando desde el voto popular de los representantes, hasta la famosa frase del «que se vayan todos»?

N.P: Fue algo novedoso, me parece que llegamos a un momento en donde la crisis de representatividad que tenían los partidos hizo que la población buscara nuevas soluciones. Como esas soluciones no existían se tenía la impresión de que se tenía que inventar un modelo político, que en ese momento tenía mucho que ver con organizaciones sociales que funcionaban de manera horizontal, un poco a la manera de los Zapatista y de otras organizaciones sin jerarquías.

Eso puso en el tapete un tipo de política pragmática, muy del hacer, cotidiana, poner en marcha los sueños, no esperar que los partidos y los políticos lo vengan a solucionar.

L.R.A: ¿Ustedes ya venían trabajando con las fotografías en blanco-negro y color, repensaron en usar el color sepia?

N.P: En «Diciembre» tiene que ver más con que fueron imágenes analógicas sacadas con películas blancas y negras, era la estética que acompañaba a los procesos tal cual lo queríamos contar. Las decisiones estéticas tienen que ver con el lenguaje y con lo que uno quiere transmitir en cada reportaje, entonces el sepia puede funcionar para ciertas cosas más nostálgicas, el color para otras cosas más realistas, todo eso depende del trabajo al que uno apunta.

En este momento estamos laburando más lo digital con algunos trabajos y película a color con otros, pero todo es abierto. Aunque tenemos un estilo muy marcado, en cuanto a la identidad del grupo a nivel imagen, nos vamos recreando en cada reportaje. Cada uno fotografía un poco como vive, tiene que ver con su personalidad, eso destiñe un poco el tipo de imagen que produce.

L.R.A: ¿Cuáles van hacer los pasos a seguir de la revista SUB COOP?

N.P: En estos momentos nos estamos abocando mucho a la formación a través de talleres y laboratorio de formación de fotografía. Además, estamos con algunos proyectos, cada uno por separado vinculados a veces con el medio ambiente, otras veces con la condición de la mujer en la sociedad. No hay nada firme como para ya ir divulgándolo, pero estamos como siempre laburando.

Por Areti Tsotras y Lea Romeroa. Estudiantes del Seminario Ciberculturas 2017.