En el marco del debate sobre el uso del lenguaje inclusivo, en un contexto de lucha política y militancia por el reconocimiento de los derechos de todas las identidades de género, la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, la Escuela de Comunicación Social y la Secretaría de Género y Sexualidades de la UNR organizaron la Jornada “El lenguaje inclusivo en discusión”, donde disertaron especialistas en la materia e invitaron a la reflexión sobre un tema que genera controversia.

Paula Salerno es Doctora en Lingüística por la Universidad de Buenos Aires, especializada en análisis del discurso. Es, además, investigadora del Instituto de Lingüística de la Universidad de Buenos Aires y docente en distintas casas de estudio.

Partiendo de la idea de que al hablar de lenguaje inclusivo se aborda un terreno incierto alrededor del que se generan diversas posturas, Paula Salerno repara en la norma académica, institucional y social vigente en nuestra lengua que establece que el uso del género gramatical masculino se usa para referirse a cualquier identidad de género percibida, ya sea masculino, femenino, no binario, trans, travesti, etcétera. Aunque esas identidades no se nombren, como ella indica, “tenemos que hacer de cuenta que estamos ahí, adaptarnos a la norma sin ser la norma”.

Este fenómeno, a su vez, se ve reflejado en cómo leemos a la sociedad que nos rodea. La investigadora propone pensar por qué esto es así, para lo que recupera el concepto de lengua oficial de Bourdieu, que determina ciertas valoraciones para los modos de hablar y establece modos de hablar bien, estimados positivamente como si se tratase de una lengua hegemónica. Siguiendo esta línea, asegura que un gran mérito del lenguaje inclusivo, de las formas como la E, la X o la @, es que configuran una forma de ir en contra de esa lengua tomada como verdad absoluta y hacen trastabillar esas valoraciones que tenemos incorporadas o naturalizadas. “La lengua es ideológica”, asegura.

El siguiente punto de abordaje fue cuestionar a qué nos referimos con las nociones de lenguaje e inclusivo. Con respecto a la primera, la docente entiende que, cuando hablamos de lenguaje, estamos hablando de discurso, porque ahí es donde se cruzan la ideología, el lenguaje y la historia. Muchas veces las personas hacen visibles las ideologías que las atraviesan a través del discurso sin dar cuenta de ello conscientemente, y el uso de la E es una muestra de ese fenómeno. Asegura que, “por ese ser visible, es un lenguaje incisivo más que inclusivo”, es un discurso que irrumpe en una memoria discursiva sobre género que cuestiona la norma de expresar ese género.

En tanto, en relación al término inclusivo, se pregunta afuera de qué quedarían aquellas personas que el lenguaje intenta incluir. ¿De la sociedad, de la norma, de la lengua? “Estamos dentro de la sociedad, que no nos vean no quiere decir que no sea así”, resuelve Paula. Más que luchar por la inclusión de las identidades a la norma de la sociedad patriarcal, propone cambiarla, tirarla. El punto central es lograr construir una equidad, que podría empezar por pensar qué hacer con esa inclusión.

Florencia Moragas es Comunicadora Social y Magister en Análisis del Discurso, se desempeña como docente en la Universidad Nacional de Quilmes. Hace algunos años empezó a tener curiosidad por el cruce discurso – género – sociedad y celebra que el tema de género en la academia forme parte de la agenda pública porque, hasta hace no mucho tiempo, era impensado.

Ante todo, se define como militante y, desde ahí es que estos temas la atraviesan. Cuenta que su intención para hacer esta presentación era ver primero desde qué lugar se para ella ante este problema: “trabajo desde la perspectiva del análisis crítico del discurso, que tiene un compromiso político con analizar y poner el foco en cómo, desde la dimensión discursiva, se están produciendo y reproduciendo permanentemente desigualdades y exclusión”. También agregó que no se puede pensar la producción, circulación y el consumo de los discursos “si no lo vamos a enmarcar en que esos discursos están atravesados por el poder”.

Sostuvo, además,  que la perspectiva discursiva se complementa muy bien con la mirada de Butler, para poder pensar cómo el género, efectivamente, es un hecho discursivo: “En ese sentido, la perspectiva de Butler permite pensar cómo esa matriz heterosexual ayuda a consolidar un binarismo, a creer que esa es la norma, que eso es lo natural, la distinción sexo – género es producto de esa matriz heterosexual”.

Se pregunta cuál es la búsqueda sobre el lenguaje. “La búsqueda es visibilizar la diversidad, la disidencia, mostrar que hay mujeres, venir a poner en cuestión una norma; desestabilizar esa matriz heterosexual que el lenguaje y su normativa cristalizan. Esa normativa, lo que hace es opacar que es producto de una ideología”. Y agrega: “la norma hegemónica, en el español, la ratifica una institución plenamente conservadora que no representa, ni siquiera, la heterogeneidad latinoamericana”.

Para concluir, se refirió al desgaste cognitivo que se genera en las personas al hablar de todas, todos y todes y llamó a pensar en los efectos de sentido que eso tiene, y en ser conscientes de las tensiones que se generan: “Me parece importante poder pensar que hay una diversidad de estrategias para poder empezar a pensar un lenguaje que deje de perpetuar una matriz heterosexual, un sistema binario, excluyente”, finalizó.

Loreley Flores es periodista, locutora y militante por los derechos de las mujeres y del colectivo de personas lesbianas, gays, bisexuales y trans. Se desempeña en Con equis y la agencia Sin cerco. Gran trabajadora del tema del lenguaje y los derechos de las mujeres y la diversidad desde la perspectiva de Derechos Humanos en Rosario.

“Me gusta presentarme diciendo que soy cis mujer, lo que significa que mi construcción identitaria coincide con el sexo asignado a la hora de mi nacimiento. Soy lesbiana, soy periodista y trabajo en un medio autogestivo. Me gusta presentarme de esta manera sobretodo cuando hablamos de lengua, lenguaje, palabras, posicionamientos políticos, porque no es lo mismo hablar desde donde voy a hablar, que hablar desde otros lugares”, así arrancó su ponencia Loreley Flores.

La periodista concuerda con la Dra. Salerno en lo referido al por qué hablamos de un lenguaje inclusivo. Enunciándolo de esa forma, explica, se genera una jerarquía donde hay quien puede incluir y quien no, y se pregunta: “¿A quién queremos incluir, quién incluye y desde dónde?”. Este análisis, sin embargo, lo hace a sabiendas de que “siempre los principios se dan desde donde se puede, y después seguimos batallando”, ya que esas bases son las que permiten que los movimientos avancen y se cuestionen constantemente.

Desde la militancia, resalta la importancia de escucharnos, respetar cómo nos auto-percibimos, quiénes somos. Llama a luchar contra lo impuesto, con la bajada de línea del lenguaje establecido. Hace hincapié en la mirada binaria del lenguaje, su carácter históricamente masculino y repara en cómo, a lo largo de la historia y gracias a lo conseguido en materia de derechos políticos de desde los sectores de las diversidades y las mujeres, “hemos logrado colocarnos en otro lugar y hemos logrado que nos nombren, porque tenemos un poder de decisión”. Resalta la necesidad de vaciar de contenido las palabras que lo tenían por uso o naturalización, “y darles un contenido nuevo que sea respetuoso de las diversidades, de las personas y de los derechos de cada quien”.

“El mundo narra con palabras”, expresa la periodista. Ella milita por el reconocimiento de los derechos y reconoce que hay una cuestión política detrás de la elección del uso de la X, la @, la E, “porque no queremos ser políticamente correctos. No quiero decir <<Todas las personas que estaban>>, quiero decir <<Todes les que estaban>> porque quiero molestar, porque quiero mandar un mensaje”. Refiriéndose a la importancia de que el lenguaje contenga a todas las identidades, Loreley indica que en cuestiones de comunicación es importante que el mensaje llegue, y “cuando estamos conteniendo a toda la gente que necesita ser nombrada, [el mensaje] gana fuerza. Y gana fuerza porque nuestras luchas necesitan ser colectivas, y el lenguaje también”.

Para concluir, invita a “hacer un lenguaje que nos contenga, y que sepamos que no es cómodo, que no es fácil”. Reflexiona sobre la imposibilidad de hacer un lenguaje que no sea político, “ya que el lenguaje es político, porque cuando decido qué palabras usar estoy haciendo política, que sea un uso político consciente y respetuoso del resto de las personas”.

La jornada continuó con un taller a cargo de la docente de la carrera de Comunicación Alicia Simeoni, quien presentó ejemplos de uso de lenguaje inclusivo en los medios. Además,  analizó, conjuntamente con estudiantes, docentes y no docentes, el uso de modalidades de enunciación respetuosas de la perspectiva de género en la producción académica y en la comunicación de nuestra Facultad.

Por Brenda Díaz, Guillermina Pagano, Julieta Palazzesi y Victoria Ramseyer, estudiantes del Seminario Ciberculturas, ciclo 2019.