La experiencia del domingo 3 de junio en el Monumento Nacional a la Bandera, fue la expresión viva de un movimiento que viene creciendo y haciéndose sentir desde hace más de una década en nuestro país: “el movimiento feminista”. Los reclamos por los derechos de la mujer, en un contexto social capitalista exclusivo y marginalizante, son el reflejo de una necesidad histórica donde las mujeres tienen un rol protagónico. Fruto de su lucha, logramos ver un cambio en el seno de nuestra sociedad actual.
Ésta, y todas las marchas que acompañan la lucha, no son eventos aislados. Cada vez adquieren mayor masividad en diferentes puntos del país, como también impactaron en distintos puntos del mundo. Cabe destacar que esta fecha fue producto de una gran movida en las diferentes redes sociales de las cuales nos empapamos diariamente. Twitter fue el canal más utilizado, donde el hashtag comenzó a cobrar vida, convirtiéndose así en un día donde se movilizaron y coparon las calles miles de mujeres, acompañadas por diversos colectivos que comparten su lucha.
Si bien, desde el 2015 se llevan a cabo en esta día marchas y festivales con el lema de “Ni Una Menos” (concientizando y visibilizando el estado de alerta en el que nos encontramos por los femicidios, producto de la sociedad patriarcal en la que vivimos). Este año hubo un motivo más: la proximidad del tratamiento de la Ley del Aborto legal, seguro y gratuito en la Cámara de Diputados el día miércoles 13 de Junio. Es imposible no destacar la importancia que particulariza a este debate, ya que después de 14 años de proyectos presentados por diferentes partidos políticos, en cuanto a esta problemática, finalmente se vislumbran respuestas positivas en cuanto a la implementación del mismo.
Aborto Legal y Ni Una Menos parecen comportarse actualmente como dos caras de una misma moneda. Lamentablemente, muchos medios banalizan, criminalizan y parodian el accionar de las manifestantes desviando el centro de foco de la discusión hacia otros discursos que nada tienen que ver con la causa a debatir. La discusión se torna una cuestión moral cuando en realidad lo es de carácter social y debe ser abarcada dentro de las políticas de salud pública del país.
Un gran rival que encuentra este movimiento, que pide fundamentalmente el derecho a decidir de las mujeres sobre sus cuerpos, es la institución eclesiástica. Ésta se proclama a sí misma como “defensora de la vida”, lo cual genera rispidez dentro del debate, y se quiera o no, condiciona a un sector de los diputados para que voten en contra del proyecto de ley.
El ícono por excelencia de esta campaña, del que ya nadie es ajeno, es el pañuelo verde. En contraposición al mismo, surge la iniciativa de quienes se llaman a sí mismos “pro vida” representados por un pañuelo de color celeste.
Como éste, hubo variados “pañuelazos” a favor de la despenalización del aborto y se los puede comparar con una gran marea verde que pinta cada lugar al que se dirige.
Es el momento de que las mujeres comiencen a escribir su propia historia.
Por Carla Vernetti, estudiante del Seminario Ciberculturas, ciclo 2018.