Las historietas han sido históricamente degradadas a la categoría de género menor, tanto en los mensajes lingüísticos como icónicos. Se las ha tildado muchas veces de inocentes, altamente denotadas y de sencilla comprensión. Esto es bastante injusto, ya que si bien es cierto que no presentan las características de complejidad que aparecen en una obra literaria, resumen una serie de elementos que es preciso comprender, interpretar y aprehender para conseguir una lectura satisfactoria.

Roland Barthes estudiaba las imágenes publicitarias, pero sus conceptos pueden servir tambien para analizar una historieta. El semiólogo francés destacó dos funciones que el mensaje lingüístico tiene sobre la imagen: de anclaje y de relevo. La función de anclaje busca orientar la comprensión del mensaje por parte de los lectores y reducir la polisemia de la imagen. La de relevo indica una relación recíproca entre el texto y la imagen, de modo que ambos contribuyan a dar sentido al mensaje global.

De esta manera, cuando el lector se encuentra ante imágenes demasiado ricas visualmente y no puede decidir cuál es el significado correcto entra en juego la función de anclaje, que “le dice” al lector donde se encuentra el centro de interés.

Para graficar estas funciones se pueden encontrar ejemplos en las clásicas historietas de Isidoro Cañones, personaje creado por el dibujante Dante Quinterno en 1935, que ha vendido millones de ejemplares en Argentina y que aun hoy circulan en los quioscos reediciones de los mismos.

En Isidoro, la función de anclaje se realiza una manera particular: el autor colorea determinadas palabras o frases en negrita a las que el lector debe prestar especial atención. Suelen ser mensajes de doble sentido o que remiten hacia delante y/o hacia atrás en la historieta. En algunos casos se hace necesario conocer el contexto global de la historia para comprender las partes resaltadas, y entonces ya estaríamos hablando también de una conjunción de las funciones de anclaje y relevo.

 En este cuadro se resalta la palabra “incómoda”, para que el lector comprenda que está encubriendo un significado mayor, que por estar otros personajes presentes no puede decirse. En este caso “incómoda” significaría algo como “si el Coronel ve al visitante se descontrola la situación”. Para la comprensión del texto resaltado también es necesaria la función de relevo, ya que si no nos remitimos al cuadro siguiente no sabremos de quien se trata la visita “incómoda” a quien el criado Manuel hace referencia.

El relevo funciona como una especie de unión entre los cuadros, que va hilando el sentido de la historia al mismo tiempo que los personajes se comunican, y provee al lector la información necesaria para que este determine el tiempo y espacio de la historieta. En Isidoro, la función de relevo ayuda a comprender las características de algunos personajes.

Porque Isidoro es siempre el mismo: vago, ventajero, vividor, cobarde y juerguista, pero hay otros personajes que tienen una especie de “doble personalidad”, y es allí donde se hace necesaria la función de relevo de los globos para comprender esta situación.

Es el caso, por ejemplo, de Cachorra Bazuka, el personaje femenino con más presencia en la tira. Ante los ojos de su abuelo, del tío de Isidoro y de todas las personalidades de la alta sociedad Cachorra es la mujer ejemplar: solidaria, trabajadora, desinteresada y alejada de los vicios. Sin embargo, basta que se encuentre con Isidoro para mostrar su verdadera forma de ser, similar a la del protagonista en versión femenina.

En estos tres cuadros se ve claramente la doble personalidad de Cachorra, que solamente puede ser comprendida en el marco de relevo que ejercen los globos e incluso los mismos dibujos (cambia hasta la expresión de la joven según con quién esté hablando).

Volviendo a Barthes, este autor explicó que cada imagen y sus elementos lingüísticos contienen un conjunto de estimuladores de los saberes de los individuos, es decir que cada imagen exige de los lectores un determinado saber cultural, proveniente de la pertenencia a un sistema social específico. En el caso de Isidoro, se necesitan conocer varios elementos para entender la historia, en particular sobre el contexto en el que se inscribe.

El protagonista pertenece a la clase alta de Buenos Aires de los años 60 y 70. Esta característica se refleja en sus modos de vivir y en su vestimenta, ya que siempre se viste con los mejores trajes, camisas y zapatos, incluso en su propia casa.

Sus modos de vida son la fiel representación de los jóvenes herederos de la época. No le gusta trabajar, vive a expensas de la familia (representada en este caso por su tío) y solo anhela divertirse con amigos de su misma clase. Isidoro también se relaciona con gente de clases sociales más bajas, pero sólo para actividades como el juego o cuando tiene alguna estafa en puerta, en una especie de sátira del autor hacia los ricos que denigraban a las clases menos pudientes.

El hogar de Isidoro es una lujosa mansión de fines del siglo XIX, símbolo de la aristocracia, que denota el carácter poderoso de la familia del personaje. El tío de Isidoro, el Coronel Cañones, es un viejo militar retirado que goza de gran prestigio en las esferas más altas de la nación. Es la analogía casi perfecta de los terratenientes y estancieros del siglo XIX que colonizaban las pampas.

El apellido Cañones abre todas las puertas en el mundo de Isidoro. Y el personaje, a quien le gusta tanto el reconocimiento público como detesta las formas en que su apellido se hizo ilustre, lo utiliza para acceder a ciertos lugares elitistas, presentarse en sociedad o ante un inconveniente con la ley. Es la carta de inmunidad que Isidoro siempre tiene en la manga. Y un fiel reflejo de lo que era la Argentina (y en gran medida sigue siendo) en esos años.

Todo esto nos permite pensar que leer historietas no acaba en divertirse con los dibujos y reírse de situaciones graciosas. No son, como algún irónico podría definir, una simple combinación de tinta y papel. Se necesitan saberes sobre el contexto en el que se inscribe la historia, sobre los personajes y sus características y sobre los métodos que el autor utilizó para connotar el mensaje.

Cuanto más se sepa, mejor se apreciará el contenido de las viñetas. Y se estará más cerca de apreciar uno de los géneros literarios más leídos del mundo.

Por Facundo Re 
Estudiante de la Lic. en Comunicación Social