Pensar la educación en el nivel superior en relación a las TIC no es tarea sencilla. En primer lugar, aunque existe una amplia reflexión acerca de lo que estas aportan a la educación, esta se mantiene en un plano de lo teórico, de cómo deben o no deben concebirse el trabajo con tecnologías en la pedagogía. Por el otro lado, cuando encontramos análisis de experiencias concretas, muchas están centradas en la educación de nivel medio, que está fuertemente atravesada por la forma escolar propia de nuestro país.

Entendemos que un enfoque orientado a la educación universitaria debe ser diferente, sobre todo cuando se trata de experiencias que no reemplazan el cursado presencial, sino que lo complementan. Como explican Silvana Comba y Edgardo Toledo “es la calidad de los procesos de comunicación entre profesores y alumnos y con los materiales disponibles en los entornos virtuales lo que estaría determinando las nuevas modalidades educativas y no la separación física entre profesores y alumnos entre sí” (2008: 6). A continuación, relataremos una experiencia en torno al uso de las tecnologías que se desarrolló en la Universidad Nacional de Rosario (UNR).

Esta actividad formó parte del trabajo entre dos cátedras del Profesorado en Comunicación Educativa de la UNR. Por un lado, la actividad se desarrolló como parte del cursado de la materia Producción y Evaluación de Material Multimedia y devino en el trabajo final de la misma. Por el otro, el espacio sobre el que trabajamos fue el Taller de Alfabetización en Comunicación (TAC), materia del primer año de la carrera.

La consigna sobre la que trabajamos fue la realización de una biografía colaborativa (de la cual está disponible una versión beta) de algún autor que fuera esencial para el desarrollo de la materia. Esta surgió como la producción en donde confluyó el abordaje de problemáticas de distinta índole con las que nos encontrábamos en la cátedra de TAC.

En primer lugar, durante el cursado presencial percibíamos que al momento de hablar de intelectuales latinoamericanos se los conocía únicamente por sus obras, pero faltaban datos que contextualizaran el origen de ese pensamiento. En segundo lugar teníamos la inquietud de comenzar a trabajar con el entorno virtual Comunidades -recientemente habilitado para la materia- y que se convirtiera en un espacio del que se apropiaran los alumnos, no un simple repositorio de bibliografía. En tercer lugar, queríamos integrar en una actividad a los alumnos de la materia ya que poseen distinto nivel de conocimiento -no todos tienen previo recorrido en el campo comunicacional- y por distintos motivos no siempre convergían en la clase presencial. En virtud de lo antes dicho, consideramos que el contexto (Cobos, 2016) entendido como un “circunstancias tanto físicas como simbólicas que favorecen […] enseñar y aprender” (2016: 63), es el aspecto que quisimos fortalecer a través de la plataforma. Las características finales de la propuesta pueden apreciarse a continuación:

Trabajar el espacio virtual: los desafíos

Fueron múltiples los interrogantes que surgieron tanto en la pre-producción de la actividad como también en el desarrollo de esta. Al ser la primera vez que los docentes impulsábamos el trabajo en la plataforma, eran varias las cuestiones a resolver, de las cuales muchas se presentaron durante la misma ejecución de la actividad. Estos fueron:

  • Pensar lo discursivo, es decir el estilo en que deseábamos comunicarnos con los alumnos. La comunicación en torno a lo educativo debe ser esencialmente didáctica, es decir debe ser sencilla y despejada de cualquier tipo de segundos mensajes o malos entendidos. No obstante, la velocidad en que los usuarios leen los mensajes en la web hacen que justamente se produzcan estas situaciones. Recuperamos la experiencia de cómo redactábamos los mails de la cátedra, modelo que seguimos en torno de pensarlos como un manual de estilo. La consigna fue expresada con el encabezado “Estimados Alumnxs”, y firmada como “Cátedra de TAC” que es la forma en que nos dirigimos a los estudiantes al iniciar y cerrar nuestros mensajes.

A pesar de que se buscó ser lo más claro en cuanto a la consigna, sobre todo en relación a las etapas de la actividad y los plazos para realizarla -donde no surgieron mayores interrogantes- en la clase presencial muchos manifestaron que, aunque sabían utilizar la plataforma en su nivel más básico, no estaban seguro de haber hecho lo que se esperaba de ellos o no comprendían el segundo momento de la actividad, justamente en el que debían trabajar colaborativamente. Pensamos como una posible solución acompañar la explicación con un audio o un video, que permita utilizar un discurso más coloquial pero que al mismo tiempo respete las condiciones formales de la comunicación en un ambiente educativo, asemejándolo a la exposición presencial.

  • Pensar la temporalidad, es decir el tiempo en que trabajarán los alumnos. Se trabajó en el plazo de dos semanas, la primera etapa en cinco días y la segunda en diez. En la primera los alumnos ejecutaron la actividad más o menos como lo esperábamos, es decir subieron sus aportes en los últimos dos días. No obstante, en la segunda etapa en conjunto, los aportes se fueron desarrollando a lo largo de los diez días de forma más o menos continua. En esta etapa, se pudo observar una comunicación más fluida entre los alumnos, en parte porque estos habían hecho contacto por otras vías como el chat o el whatsapp, incluso con aquellos que no se conocían. Por el otro, también los posteos ya se manejaban más con la dinámica de un diálogo, en dónde unos hacían directa referencia a lo escrito anteriormente.

A su vez otro interrogante era en qué fechas y horas los alumnos estaban más propicios a trabajar. La actividad fue posteada unos días antes de la fecha en que los alumnos debían empezar a trabajar en ella para probar la plataforma. No obstante, se le dio inicio en el momento posterior a la clase presencial (coincidente con un día viernes), a la cual solo asistieron algunos alumnos. Mientras que en el primer momento de la actividad hubo un feriado largo, fue en aquel día no laborable y en el primer laborable donde se registró el grueso de actividad online. No obstante en el segundo momento, encontramos que la actividad se realizó en días laborales y no en los fines de semana como esperábamos y en dos franjas horarias: la de la banda horaria entre las 20 y las 02 horas –en la cual esperábamos ver actividad- y en la banda horaria de las 12 y 15 horas, que suponemos coincide con horarios de los descansos para el almuerzo pero no lo pensábamos como un horario en que los alumnos lo dedicaran a tareas de estudio.

Esto nos lleva a la reflexión de la utilización del tiempo que en lo virtual tiene un manejo completamente diferente a lo presencial,  pero fundamentalmente es necesario conocer los hábitos de los alumnos y alumnas para consensuar fechas y horarios de apertura y cierre de actividades. Además, en los trabajos por etapas, también es necesario calcular el tiempo que le lleva a los tutores evaluar los aportes de los alumnos, para el cual hay que dejar un espacio de tiempo entre cada etapa de, al menos, un día.

Por Victoria Romero Varela, estudiante de la materia Producción y Evaluación de Contenidos Multimedia, Profesorado de Comunicación Educativa, ciclo 2018.

Bibliografía

Cobo, C. (2016) La Innovación Pendiente. Reflexiones (y Provocaciones) sobre educación, tecnología y conocimiento. Colección Fundación Ceibal/Debate: Montevideo.

Comba, S., & Toledo, E. (2008). La comunicación digital: nuevos ambientes de interacción en la formación universitaria. Razón y Palabra, 13 (63)