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El Festival Latinoamericano de Videos (FLVR)  es un evento que tiene lugar desde 1993 en la ciudad de Rosario. A lo largo de los años ha tenido distintas sedes siendo la más conocida el cine El Cairo ubicado en Santa Fé al 1120. También se utilizan otros espacios, muchas veces simultáneos, como el Museo de la Memoria, el Museo del Diario La Capital, el Centro Cultural Parque España o Centros Municipales de Distrito.

En sus principios, el festival representaba un absoluta novedad ya que hay que tener en cuenta que no había demasiada difusión del cine latinoamericano en ese entonces. Su fama y prestigio creció rápidamente y hoy en día es un referente a nivel internacional de la difusión del material audiovisual de nuestro continente.

Para que nos detalle un poco más sobre su desarrollo y actividades hablamos con Camilo Postiglione, hijo del reconocido director rosarino Gustavo Postiglione y quien hoy forma parte del equipo del Centro Audiovisual Rosario y del equipo de producción del Festival.

Para empezar, nos pareció importante que nos contara sobre su origen y su crecimiento a lo largo de estos años: “Durante las primeras ediciones del FLVR la mayor parte del público eran estudiantes y egresados de las carreras audiovisuales de la ciudad y del país”, refirió el productor quien agregó que esto por suerte ha cambiado a medida que el Festival adquirió notoriedad en Latinoamérica y en el mundo.

“El festival creció mucho, se le comenzó a dar más publicidad y fue conformándose un público que cada año espera su llegada, las cifras de espectadores van siempre en aumento y no solo en la concurrencia a proyecciones, sino también a charlas dictadas por profesionales en lo audiovisual y capacitaciones”, relató Camilo.

Lo más significativo para resaltar, sin dudas, es lo que implicó para los jóvenes estudiantes y realizadores de Latinoamérica tener un espacio donde pudiesen mostrar sus trabajos ya que, a pesar de la cercanía, la circulación de éstos entre países y dentro del mismo país era muy escasa. A su vez, Postiglione agregó que se mantiene dentro de la competencia una sección especial dedicada a las realizaciones de las escuelas de Cine y Televisión de Rosario para darles lugar a los que recién se están integrando a la cuestión fílmica.

El joven productor nos contó que desde el 2011 el evento incorporó una nueva sección que es la de país invitado. Ésta tiene como objetivo darle prioridad a la cinematografía del país elegido permitiendo que sus producciones puedan apreciarse durante toda la programación, haciendo una selección de sus directores y films más destacados y representativos. Y, a su vez, invitar a sus cineastas más reconocidos a formar parte del jurado de premiación de los trabajos. Este año el país invitado fue Bolivia.

Los seis films elegidos para ser proyectados muestran un recorrido sobre lo que fue la conformación del cine de este país y de sus directores, a la vez íconos del cine boliviano, Jorge Sanjinés y Marcos Loayza, quien este año fue miembro del jurado. El primero, con un cine de contenido fuertemente político que busca mostrar la cultura y las luchas indígenas con sus películas “Ukamau” (1966) y “La Nación Clandestina”(1989) que tienen como protagonistas a personas de la comunidad aymara. Ukamau, de hecho, es considerada la primera película de habla aymara en el mundo. El segundo, con su largometraje más emblemático “Cuestión de Fé” que le ha dado impulso internacional como director y ha obtenido diferentes e importantes premios.

“En lo que hace a la difusión del material audiovisual y premiación de cortometrajes, el FVLR es un evento sumamente destacado tanto en Argentina como en Latinoamérica. Recibir un premio suyo da prestigio, eso hace que muchos realizadores quieran que sus trabajos formen parte de la cartelera del mismo”, concluyó Camilo.

Miguel Littín, el invitado de honor

2Este año el festival contó con la presencia del prestigioso director chileno Miguel Littín, quién brindó una conferencia el jueves 10 de septiembre en el Museo de la Memoria, un día antes del estreno de su película “Allende en su laberinto” . El eje pasó por diferentes temas; entre ellos su experiencia dirigiendo su última película, la cual reconstruye las últimas horas del Gobierno de Allende, contado y narrado desde la mirada del ex presidente chileno. La película fue filmada en gran parte en Venezuela debido a que no le fue cedido el Palacio presidencial para usar de locación.

También se refirió a la situación actual del cine latinoamericano, al que definió como un cine “en búsqueda de una identidad perdida”, refiriéndose a aquellos valores de los años setenta, años de revolución y socialismo. También destacó que en Chile exista una filmoteca virtual que permite ver muchas de las películas que se producen en ese país por internet. Afirmó que le encantaría que la región tenga una plataforma virtual en la que se puedan compartir las producciones de diferentes países, pero que el cine latinoamericano se encuentra trunco en ese sentido. No existe un espacio en donde se pueda poner en común el material filmográfico y eso es una “tarea pendiente” de la sociedad.

Todas las películas de Miguel Littín tienen al hombre y a la mujer latinoamericana como actores principales de las realidades de la región. Es un director que apuesta a generar una identidad colectiva, que trascienda el continente. “Creo que el cine de América Latina está inserto dentro del gran movimiento cultural por la recuperación de la identidad del continente”, opinó.

Al finalizar expresó la necesidad de cooperar entre países para lograr que el cine latinoamericano tenga producciones que representen a todos, como una expresión colectiva “de lo que somos y hacia dónde vamos”.

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Alumnos del Seminario

Por Leo Minahk, y Azul Martinez, estudiantes del Seminario Ciberculturas, ciclo 2015.