A la vuelta de la esquina, del otro lado del mundo, debajo de la cama o al borde del abismo. Te tengo frente a mis ojos y me pregunto: ¿Acaso lo que veo es un paisaje?
Se redefine al paisaje, o al menos hay un entendimiento de lo que representa el mismo como algo más extenso y tal vez más profundo que esa imagen mental de una playa, una montaña o todo eso que se asoma por la ventana del living. El paisaje como viaje y como paisaje humano.
A modo de psicólogo, acompañado de las luces bajas, se posiciona Cristian y va invitando a quienes participan del panel a sentarse en un diván, a hacer eso tan bello que se denomina catarsis. La primera es Paula, quien se acomoda y habla acerca de la muerte. Una foto familiar de su infancia se muestra a través del proyector y ella describe uno de tantos veranos en la pileta de su hogar. En esa foto falta su abuela, que aún sin verse materializada, se encuentra ahí y puede ser descrita perfectamente. Ese paisaje no es estático, sino que es sólo una captura de tantos momentos en su patio.
Arturo es el siguiente, quien aporta con sus propias vivencias aquello que considera como lo oscuro, lo enigmático, lo íntimo y las noches estrelladas ideales para escribir. Allí es donde se halla. A medida que van pasando las personas entrevistadas, se desarrollan juegos en los cuales se van creando historias enlazadas con las respuestas a los planteos de Cristian.
Es Hinde quien ahora ocupa el rol de paciente y se observa una foto de ella en San Petersburgo, parada en donde el Mar Báltico y el cielo se unen. Cuenta sobre su país predilecto en el mundo, un lugar en donde siente que puede encontrar a su tía o a su abuelo en el Metro o en la panadería. Extranjera en donde físicamente podría jugar de local.
Para Roberto, en cambio, un paisaje puede ser una canción que compuso hace un tiempo largo y que quiere mucho. Las palabras y la música van de la mano. Mónica percibe al paisaje como un dibujo, piensa en escenarios remotos y visualiza el punctum en su foto elegida en un sector en donde el color marrón aparece intenso y la teletransporta al río. Finalmente, es Roberto quien se dirige a terapia y opta por leer un poema que luego detalla. A modo de cierre se introduce en el tema de las vacaciones, se piensa acerca de cuándo empiezan y cuándo termina un viaje.
¿Qué es y qué no es un paisaje? ¿Habremos sido un paisaje al final de este encuentro en el exacto momento en que accedimos a la inmortalidad, solitaria y colectivamente, a través de una selfie, de muchas selfies, producto de pulsar un botón en nuestros celulares? ¿Una historia de Instagram puede ser la ventana que abrimos para mirar hacia otro lugar y encontrar en ella un paisaje? Solo podemos decir que las respuestas que nos llevarán a seguir cuestionándonos acerca de tantísimo y más, pueden encontrarse en un universo compuesto por pantallas virtuales y analógicas, interrelacionadas entre sí.
Por Andrés Mainardi, LuFranco Rosso, Laureano Marenco, Milena Schilman, estudiantes del seminario Ciberculturas, ciclo 2019.