Cada herramienta que el hombre fue inventando influyó de manera decisiva en su comprensión del mundo y, por consiguiente, de sí mismo. Weizenbaum, creador del célebre departamento de Ciencias de la Computación del Massachusetts Institute of Technology (MIT),  señala que la imprenta transformó el modo en que los hombres percibían el mundo incluso para los millones de personas que, por ejemplo, en la época de Lutero, seguían siendo analfabetos y tal vez, nunca vieron un libro. En el siglo XV, los barcos de todo tipo y los demás artefactos, sus mitos y leyendas, influyeron en el imaginario de los que se quedaban en tierra tanto como de los que navegaban. Las herramientas pasan de mano en mano, de cuerpo en cuerpo; inducen usos comunes y se convierten en mensajeros de memoria colectiva. Las herramientas que nos rodean pueden ser pensadas, entonces, como máquinas de percibir, conocer y comunicarnos. Funcionan en niveles diferentes: algunas extienden el alcance y transforman la naturaleza de nuestras percepciones (por ejemplo, los microscopios, los telescopios, el teléfono, las cámaras fotográficas, las videocámaras, etc.); otras modifican especialmente nuestra relación con el espacio y el tiempo (los automóviles, los aviones, el reloj, la televisión, las computadoras conectadas en red) y, finalmente, muchos artefactos nos ofrecen modelos a partir de los cuales podemos aprehender, por medio de metáforas, fenómenos complejos.

Siguiendo esta línea de razonamiento, algunos nuevos dispositivos de lo que se conoce como realidad aumentada parecen ser una combinación de esas tres clases de herramientas y  marcarán un punto de inflexión en la forma de acceder a la información. Podremos llevar puestos estos dispositivos sobre nuestros anteojos, en nuestra ropa o, directamente, sustituyendo a nuestras lentes de contacto con la idea de proyectar imágenes y mostrarnos información relativa a nuestro entorno (mapas, rutas a seguir, información de interés, etc), adentrándonos así en el inquietante mundo de la realidad aumentada.

En los últimos meses, sin duda fue Google Glasses , aún en estado de experimentación, el dispositivo de realidad aumentada más promocionado. Tiene la apariencia de anteojos convencionales (sólo para el ojo derecho) pero sin cristal, y monta una capa entre nuestros ojos y el mundo. Esta especie de anteojos, a los que ya se los denomina smart glasses o anteojos inteligentes, permitirán al usuario ver el entorno de forma diferente, con la información adicional que le proveerá el dispositivo. Contarán con una cámara integrada para recoger imágenes que cotejará con bases de datos, de manera similar a los servicios GPS de Google; y los resultados de las búsquedas en Internet se proyectarán en las propias lentes. La persona que usa estos anteojos puede marcar su ubicación, compartir fotografías, recibir videollamadas, entre otras actividades que se proyectan. Todo eso operado por la voz del usuario ya que cuenta con micrófono y altavoz. Pueden ver un video con la demostración del producto en http://alt1040.com/2012/04/project-glass-gafas-realidad-aumentada-google  Para darnos una idea de cómo funcionan, recordemos a Arnold Schwarzenegger en Terminator, donde los robots combinaban la imagen de su entorno con información en texto o imágenes virtuales.

Recientemente, en algunos blogs especializados en tecnología se publicaron noticias acerca de que el Pentágono habría encargado a la empresa Innovega  un prototipo de lentes de contacto, que también proyectan información sobre el ojo. Esta compañía ubicada en la ciudad estadounidense de Bellevue,  en el estado de Washington, se dedica al diseño de tecnología que aumenta la visión humana permitiendo al usuario acceder a información digital al mismo tiempo que permanece involucrado en sus actividades cotidianas. La idea es dotar a las tropas de un sistema de información mediante lentes de contacto denominadas iOptik que permiten dar a los soldados una visión panorámica completa (120 grados) de su campo visual, sin perder capacidad de visión. Además, iOptik incluye un filtro especial que permite ver los datos de realidad aumentada inyectados por la lentilla a corta distancia sin perder la visión del resto del escenario circundante. El ojo humano es incapaz de enfocar a dos distancias a la vez, es decir,  algo cercano y lejano

Estas experiencias que parecen futuristas ya se encuentran entre nosotros en algunos campos como la geolocalización, es el caso de la aplicación  Layar que brindan los smartphones y las más usadas Google Maps y Street View.  http://maps.google.com/intl/en/help/maps/streetview/#utm_campaign=en&utm_medium=van&utm_source=en-van-na-us-gns-svn
Existen también aplicaciones que permiten conocer las características adicionales de los productos que se exhiben en supermercados, como sus propiedades nutricionales, con sólo tomarles una foto con el celular. CityTransit es un programa que muestra dónde están las estaciones más cercanas de transporte urbano, con la distancia y la dirección precisas, al tiempo que permite crear rutas para desplazarse. Un campo pionero fue el de los videojuegos, donde la realidad aumentada genera un nuevo nivel de interactividad. Las posibilidades de la realidad aumentada móvil son tan amplias como la cantidad de información digitalizada que exista: todos los datos siempre podrán vincularse con algún referente del mundo físico, incluso en sectores especializados como el turismo, las ventas minoristas y la educación.

El mundo físico, offline, y el mundo virtual online cada vez se experimentan más como una continuidad. Ya hace tiempo que se vienen haciendo ensayos con este tipo de computación ubicua o para llevar puesta que podría cambiar nuestra forma de ver el mundo que nos rodea y, sobre todo, de interactuar con él. ¿Nos convertiremos en una especie de Funes, el memorioso o coevolucionaremos con  las máquinas que inventamos y desarrollaremos capacidades que hoy ni siquiera imaginamos?

 Silvana Comba y Edgardo Toledo – Docentes investigadores, Comunicación Social UNR