Un festival anfibio
En el Centro Cultural Parque España, escritores, escritoras, periodistas, docentes universitarios y una youtuber se juntaron para hablar de las pantallas y el lugar que ocupan en nuestras vidas. La cita se dio en el marco del Pensamiento Contemporáneo: un festival anfibio.
El Festival aAnfibio de Pensamiento Contemporáneo se realizó en la ciudad de Rosario los días 16, 17 y 18 de mayo, y contó con la presencia de artistas, escritoras, escritores, periodistas, especialistas en diferentes disciplinas, activistas, entre otros. Una serie de “conversaciones vibrantes” que invitan a reflexionar sobre Cuerpo, Amores, Pantallas, Paisaje, Tiempo, Trabajo.
Corría el segundo día del Festival, e íbamos entendiendo de qué se trataba. Era el turno de las Pantallas y quienes van a debatir esta temática son Cristian Molina, Paulina Cocina, Rafael Cippolini, Pablo Makovsky y Eugenia Mitchelstein. Cada encuentro contó con la figura de un provocador o provocadora, en este caso, la persona designada fue Juan Manuel Fontana, periodista de Canal 3.
La sala se iba llenando de a poco, las edades de quienes concurren son variadas, nos miramos como buscando en la otra persona alguna respuesta sobre lo que estaba por suceder. Hacia el escenario, una suerte de living en semicírculo, el conjunto de disertantes ingresaba mientras quienes asistimos, aplaudíamos con expectativa.
Luego de un comienzo accidentado, con un video que se entrecortaba, cual paradoja del tema que se iba a tratar, las pantallas, empezaron a conversar con un disparador: ¿Cuántas horas pasan en pantalla? La gran mayoría coincidió en que, de alguna forma u otra, la respuesta es mucho tiempo, las pantallas siempre rodeando sus vidas. “Somos polipantallas”, dijo Rafael Cippolini.
Cómo somos en diversos contextos: entornos digitales y entornos físicos
Rafael citó a McLuhan, inevitable referencia a la tecnología como extensión del cuerpo: “Ahí hay algo. Todavía la pantalla me es algo ajeno, algo que me puede parecer placentero o no, pero en algún momento quiero abandonarla, y no sé si se puede. Ese es el tema. ¿Cuánto tiempo me puedo ir de la pantalla?”
Muchas veces, cuando hablamos del tiempo que pasamos en pantalla, aparece la cuestión de la culpa, y, en ese marco, Eugenia dijo: “Yo diría que más que separarlo de nuestra vida cotidiana, está integrado a ella. No es que detenemos nuestra vida cotidiana para mirar la pantalla, sino que vivimos en la pantalla”. Pero, ¿existe “lo real y lo virtual”?¿podemos diferenciarlo?
En este sentido, Rafael expresaba: “Existe lo digital, entornos digitales, y entornos físicos o de átomos. El comportamiento de cada uno, ¿es igual en uno o en otro?”. Una parte del panel, formado por Cristian, Paulina y Eugenia, defendían la idea de que cada persona es diferente en los distintos ámbitos de su vida. “Nadie es de una manera todo el tiempo, ni siquiera fuera de las pantallas”, analizó Eugenia. Y agregó: “lo que nos pone en conflicto respecto de las pantallas y las redes, es la idea de la explosión del yo. Vemos que no hay un solo yo, hay múltiples yoes. Y eso existe fuera de las pantallas, pero en las redes sociales queda fijo”.
La visión de Paulina Cocina sobre la exposición en redes sociales está muy relacionada a su trabajo (Youtuber e Instagrammer). “Uno está recortando todo el tiempo en sus diferentes relaciones y en lo que muestra en redes sociales, o en su trabajo, o en lo que escribe en una web. Armás una historia, quieras o no”, puntualizó. Cristian interrumpió y agregó: “Insisto con la idea de convivencia, me parece que estos registros conviven de maneras distintas en distintos momentos y distintas actividades. De hecho, uno va por la calle y va mirando el celular, pero también se desconecta. Estás dentro y fuera todo el tiempo”.
Fluidez y diversidad de comportamientos en las redes sociales
La conversación fluía, parecía más una charla de café que una exposición. Pero esa era la idea, salirse de la estructura formal del formato clásico de conferencia, para intercambiar pensamientos. Atendiendo a esta problemática de los roles que asumimos en cada red social, o en cada contexto de nuestra cotidianeidad, se hace presente la noción de interacción, y cómo asume formas diferentes dependiendo de a qué sitio, red o plataforma se aplique.
“Cada red social tiene su etiqueta” y “lo que vemos es que los jóvenes usan las redes de distintas maneras”, postulaba Eugenia, y este puntapié dio inicio a un intercambio enriquecedor en el que se discutió el tema del contenido, que es distinto para cada red social; algunas tienen más relación con lo familiar, otras con la estética y cuidado fotográfico, otras con el ingenio, la espontaneidad del chiste. Se evidencia a través de esto que somos distintas personas en las redes, y que lo afectivo con cada red es distinto.
Refiriéndose a la mudanza de una red social a otra, Cristian agregó: “con el blog pasó, muchos escritores se fueron a Facebook, y de hecho aparecieron libros que se escribieron primero ahí y después llegaron al formato papel. Entonces, se va dando esa mudanza, e Instagram hoy me parece más resistente a los escritores, porque es pura imagen”. De acuerdo con Pablo y Rafael, eso que constituía “la blogósfera” se desintegró. No se sabe exactamente qué fue lo que sucedió, pero sí que “al ser contemporáneos de la eclosión de las redes sociales uno entiende que hay una relación directa”.
Centennials y la cultura de la disponibilidad
Teniendo en cuenta lo abordado con anterioridad, Pablo introdujo un interrogante interesante: “¿Hasta qué punto la pantalla del celular a la que estamos habituados no es una pantalla centrípeta, donde somos permanentemente absorbidos?”. Y así, inevitablemente, la atención se dirige a una categoría alrededor de la cual se suscitan permanentes debates: centennials.
Eugenia y Cristian, docentes, están en contacto permanente con esta generación de jóvenes, y algunas de sus afirmaciones son pertinentes para entender cuál es su relación con las pantallas. Eugenia indica que prestan mucha atención a cuáles son los códigos propios de cada red social, los incorporan y se mueven de forma muy fluida entre esos espacios. Cristian, por su parte, cuestionó: “Me parece que hay una cierta cultura de la disponibilidad que habilitan las pantallas, y que genera varias paradojas”, y agregó: “La pantalla nos hace olvidar de muchas cosas porque están ahí, las voy a buscar en el momento, y justamente eso hace que después en las relaciones con los otros les exijamos que se comporten como una pantalla”.
Además de los comportamientos con los dispositivos móviles, surgen diversos enfoques con respecto a la puesta en práctica de diferentes aptitudes, por ejemplo, la memoria. Teniendo en cuenta la cuestión de la disponibilidad y de la posibilidad de acceder a cualquier contenido en cualquier situación, Eugenia dijo: “Mi hija no se va a acordar ningún teléfono de memoria, no va a existir”. De esta forma, se evidencia una manera distinta de razonar y usar la memoria, atravesada por este acceso a información diferente del de las generaciones anteriores, y habilitada también por las pantallas y su presencia.
Charla completa
Por Brenda Díaz, Guillermina Pagano, Julieta Palazzesi y Victoria Ramseyer, estudiantes del seminario de Ciberculturas, ciclo 2019.