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Sergipe, nordeste de Brasil: Paulo Freire inicia una nueva jornada de trabajo con un grupo de campesinos muy pobres, que se están alfabetizando.
¿Cómo estás, Joao?
Joao calla. Estruja su sombrero. Largo silencio, y por fin dice:
No pude dormir. Toda la noche sin pegar los ojos.
Más palabras no le salen de la boca, hasta que murmura:
Ayer escribí mi nombre por primera vez» (Galeano, 2012: 288)

El “Yo Sí puedo”, es un programa de alfabetización que nace en Cuba, en el año 2001 y fue elaborado por el Instituto Pedagógico Latinoamericano y Caribeño (IPLAC).

La idea inicial fue la de crear una cartilla que combinara números y letras para enseñar a leer y a escribir a personas adultas, mediante la utilización de recursos audiovisuales como la televisión y las videocaseteras. La primera experiencia aparece en el año 2002 en la República de Haití, donde ya se venía trabajando con personas expertas en educación desde Cuba en un programa similar que se transmitía por radio.

La República de Cuba es de las más representativas en la lucha contra el analfabetismo porque su historia marca importantes transformaciones en la materia. En 1959, había en Cuba cerca de un millón de personas que no sabían leer o escribir, prácticamente una de cada cuatro era analfabeta.

Después del triunfo de la revolución, en 1961, se lanzó una campaña que redujo, en menos de un año, al 3,9% de su población total y la isla fue declarada el primer territorio libre de analfabetismo en América Latina.

En Rosario, el programa se inició con una prueba piloto en algunos centros comunitarios en el año 2009 para convertirse en una política de Estado en 2010 y poder declarar a Rosario libre de analfabetismo.

Contexto sociopolítico de la educación en América Latina
Para pensar el contexto en el que surgen los programas de alfabetización en América Latina es necesario hacer un repaso por los procesos políticos y económicos que se dieron en las décadas pasadas en materia de educación.

La pedagoga Adriana Puiggrós (1996) explica que en los 80 se pudo demostrar, a partir de experiencias exitosas como las misiones en Cuba, Nicaragua y el propio Pablo Freire en Brasil, que el analfabetismo iba disminuyendo, además las escuelas y las universidades de la región tenían un funcionamiento estable. Sin embargo, en la década del 90, en Argentina, con lo que Puiggrós llama, “la fuerza de la pedagogía neoliberal”, se tomaron medidas que complicaron la situación educativa. Esta nueva pedagogía fue posible por gobiernos neoliberales que contaron con el amplio voto popular.

“Las políticas neoliberales han descentralizado los sistemas en medio de la retracción social producida por su propia política económica. Se ha dejado que la enseñanza media se deteriore hasta niveles dramáticos” (Puiggrós, 1996:12).

En la República Argentina, la educación es un derecho consagrado por la Constitución Nacional en su artículo 14 y en Tratados Internacionales. La Ley N° 26.206 de Educación Naciona,l artículo 3, promulgada en el año 2006, entre otras cuestiones, incrementa de 10 a 13 años el período de escolaridad obligatoria.

El último censo (2010) arrojó que, en la provincia de Santa Fe, el porcentaje de población de 10 años y más que no sabe leer y escribir, conocido como la tasa de analfabetismo, disminuyó de 2,5% a 1,8% entre los años 2001 y 2010.

A este análisis hay que sumarle que en los últimos años se sucedieron grandes cambios en materia económica, social y cultural que posibilitaron incluir a los sectores más postergados de las últimas décadas. El analfabetismo está ligado estrechamente a las condiciones de pobreza, por eso es imposible no pensar que programas como Asignación Universal por Hijo, la jubilación de amas de casa, el Progresar, el aumento de las tasas de empleo, entre otros, contribuyeron a reducir estos números.

El programa
Actualmente el plan funciona en dependencias municipales y provinciales. También en centros comunitarios, casas culturales, clubes, vecinales, comedores comunitarios, centros pertenecientes a organizaciones políticas y sociales y hasta en las propias casas de quienes lo realizan. Además funciona un Yo Sí Puedo en la escuelita de las oficinas de tránsito, ya que es requisito para sacar el carnet saber leer y escribir.

El programa consta de 65 videoclases, que son acompañadas por una persona encargada de facilitar el proceso y que no necesita poseer título secundario o terciario, y de la cartilla que posee los ejercicios que acompañan esas clases. Esta particularidad hace que pueda darse en cualquier rincón del mundo que cuente con un dvd, una tv o una computadora.

Las clases no comienzan con el abecedario, sino que se aprende de lo conocido a lo desconocido. Por ejemplo; conocemos el número 1, a ése le corresponde la letra A. Se empieza enseñando primero las vocales y después las consonantes, que no siguen un orden alfabético sino que se va adaptando de acuerdo a la consonante que más influencia tiene en el país. En el caso de la Argentina la sexta letra a aprender es la L.

El programa consta de dos partes, la primera que es aprender los números y, a través de ellos, las letras, para formar sílabas y así armar palabras que terminan en oraciones. Pero simultáneamente, se trata de ir encontrándole un sentido común a la vida cotidiana de quienes participan. En lo videos también se trabajan partes de historia, de geografía y cultura general, estos disparadores se articulan para aprender la palabra o la sílaba del día. Es importante destacar que el programa es universal pero que cada país tiene sus propios videos, donde se reflejan sus costumbres. Cada seis clases se prevé un repaso general para identificar si es necesario profundizar algunas cuestiones o avanzar a los siguientes módulos.

Para poder graduarse, el programa plantea una evaluación donde se tiene que poder escribir una carta con datos personales, nombre del país, fecha, ciudad y algunas oraciones mínimas que formen una idea.

Alfabetización
Su concepto convencional indica que una persona alfabetizada adquirió un conjunto de competencias de lectura, escritura y cálculo. La alfabetización se entiende hoy en día como un medio de identificación, comprensión, interpretación, creación y comunicación en un mundo cada vez más digitalizado, basado en textos, rico en información y en rápida mutación.

Tomando las ideas que Freire (1984) plantea, podríamos esbozar la concepción ingenua del analfabetismo. En la expresión erradicación del analfabetismo se lo toma a éste como una enfermedad, como si fuera algo que se propaga y se contagia de generación en generación. Con esta mirada, la culpa recae en quien no ha sido alfabetizado, como si no fuera capaz o no tuviera la suficiente inteligencia como para aprender a leer y a escribir. Pero, la verdad es otra: una concepción crítica del analfabetismo lo ve como un reflejo de la estructura de una sociedad en un momento histórico dado (Freire, 1984). El analfabetismo es la consecuencia de habitar sociedades sumamente desiguales que son gobernadas por intereses de grupos, clases, naciones dominantes y empresas transnacionales.

La alfabetización -dice Freire- aparece, por ello mismo, no como un derecho (un fundamental derecho), sino como un regalo que quienes saben hacen a quienes nada saben. Empezando, de esta forma, por negar al pueblo el derecho a decir su palabra. Una vez que la regala o la prescribe alienadamente, no puede constituirse en un instrumento de cambio de la realidad.

La alfabetización, entonces, sólo será verdadera en la medida en que pretenda la integración a la realidad nacional, en la medida en que se pueda crear un proceso de recreación, de búsqueda, de independencia y de solidaridad. Podríamos decir que alfabetizar es sinónimo de conciencia ya que la conciencia de quien carece de alfabetización, según Freire, es una conciencia oprimida. Enseñar a leer y a escribir es ofrecer un proceso de liberación de la conciencia con el fin de una integración en la realidad nacional y en la historia.

Estas ideas la podemos unir con las expuestas por Rancière (2003) en su libro El maestro ignorante en donde se postula que quien mejor enseña es quien ignora, porque constituirse como ignorante rompe la brecha de desigualdad que hay entre estudiantes, al considerar que carecen de conocimientos y, por contraposición, cada docente aparece como la persona dotada para iluminar o llenar cabezas de contenidos.

Teniendo en cuenta estas teorías, el plan de alfabetización Yo Sí Puedo, constituye una herramienta liberadora hacia quienes aprenden con él ya que, como se mencionó anteriormente, está adaptado a cada país en que se desarrolla proporcionando las palabras de su cultura y de su contexto socioeconómico. Además nunca se somete a cada estudiante en un lugar de inferioridad sino que dispone de personas que facilitan su proceso de aprendizaje, esto es, que lo ayudan a llegar a incorporar sus palabras teniendo en cuenta su contexto histórico, social y económico.

El Yo Sí Puedo, propone la interacción con las tecnologías para construir conocimiento conjunto, sin que ellas superen lo que tienen para brindarnos, es decir, el conocimiento. El uso de las tecnologías de la comunicación puede ser pensado a partir de la fuerza organizadora de los ambientes culturales; estos últimos no solo como mediadores,  sino como configuradores de habilidades cognitivas, es decir, como una manera particular de organizar el conocimiento (Baggiolini, 2010).

Es de vital importancia esta labor para generar los cimientos de sociedades libres de opresores y víctimas de la opresión. Si queremos naciones verdaderamente democráticas, los gobiernos tienen que apostar, como dice Freire, a alcanzarle la palabra a los sectores populares y no cualquier palabra sino aquéllas que le son propias para que puedan nombrar su mundo y su historia. Si queremos personas que participen activamente de decisiones que involucren el vivir en sociedad, necesariamente deben saber la lecto-comprensión si no permanecerán eternamente en la exclusión.

Hoy en día, no alcanza con lograr que las personas sepan solamente leer y escribir en sociedades profundamente atravesadas por el uso de las TIC e internet. El desafío para el plan Yo Sí Puedo es incluir estrategias orientadas a la integración con las nuevas tecnologías.

Es importante que se dé una convergencia entre alfabetización letrada y virtual, de manera que esta última sea integrada a la otra como factor dinamizador de los procesos. Esto debe ser asumido, a la vez, como desafío pedagógico y ciudadano.

La alfabetización es un derecho de las personas y un deber de las sociedades: no hay posibilidad de alcanzar una democracia efectiva mientras gran parte de la población se mantenga fuera del acceso a la lengua escrita.

Por Agostina Marinaro, estudiante de Producción y Evaluación de Material Multimedia Educativo del Profesorado de Comunicación Educativa, ciclo 2019.

Bibliografía

Freire, P. (1969) La Educación como Práctica de la Libertad. México D.F.: Siglo XXI.

__ (1984) La Importancia de Leer y el Proceso de Liberación. México D.F: Siglo XXI.

Galeano, E. (2012) Los Hijos de los Días. Buenos Aires: Siglo XXI.

Puiggrós, A. (1996) Educación neoliberal y quiebre educativo. Nueva sociedad, 146, 90-101.

Rancière, J. (2003) El Maestro Ignorante. Cinco Lecciones sobre la Emancipación. Buenos Aires: Libros del Zorzal.