En términos de comunicación política, las nuevas plataformas han cobrado cada vez mayor protagonismo por sobre el predominio de los medios de comunicación tradicionales. Esta escena complejizada por nuevos actores y enunciadores impone un desafío central para la política tradicional centrado en cómo llegar adecuadamente a los electores más jóvenes. 

 

La digitalización de diversas áreas de la vida social se ha acentuado notablemente con el advenimiento de la actual pandemia causada por el Covid-19. Sin embargo, el vertiginoso proceso respecto al aumento del uso de Internet, las redes y las plataformas digitales inició hace ya varias décadas. En este sentido, es posible afirmar que la centralidad de estos actores en los complejos sistemas de intercambios actuales ha cobrado una importancia fundamental para la comunicación política. Es así que colaboraron para aumentar las posibilidades de difusión a gran escala, pero también facilitaron diversas campañas de desinformación y orquestados ataques virtuales desde centros creados para esos fines. Todo lo cual ha tendido a lesionar el diálogo democrático y la participación sobre los asuntos públicos. Estos hechos bien pueden ser revisados en elecciones presidenciales recientes, como las que le dieron la victoria a Donald Trump o Jair Bolsonaro, donde por ejemplo fue posible evidenciar la creación de una gran cantidad de medios digitales encargados de producir noticias sin fuentes veraces o cadenas de mensajes por WhatsApp distribuidos de manera centralizada. 

En este mismo escenario, surge un eje que también reviste vital importancia. El mismo está centrado en el desafío que ciertos actores de la vida política – más aún en contextos de campaña electoral- deben enfrentar en la búsqueda de llegar a nuevos públicos. Frente a lo que podría ser considerado como un cambio de paradigma centrado en que los grandes medios tradicionales ya no poseen el monopolio de la información y la circulación de ciertos mensajes. Las redes sociales y las nuevas plataformas han cobrado cada vez mayor importancia. Es importante mencionar en este punto que no debe considerarse la completa sustitución de un sistema por otro, sino un escenario en continua tensión en el cual están presentes los medios tradicionales, las plataformas digitales y las redes sociales. En paralelo a ello ocurre un proceso de constante renovación de qué redes y plataformas se deben emplear para llegar a audiencias cada vez más segmentadas y expertas. Frente a este escenario los consumidores deben ser pensados bajo nuevas categorías que los posicionen también como productores e inmersos en escenarios mediáticos donde las formas de consumir permanecen en disputa. Ello ocurre, en un orden de distribución signado por la presencia de algoritmos, un caudal de oferta de enormes magnitudes y una disposición temporal cada vez más corta para captar la atención de los consumidores. 

Los efectos de este complejo panorama han incidido, incluso, sobre ciertas formas tradicionales del periodismo. Ya no solo porque el uso de las redes tiende a dejar de lado la mediación de la prensa y ciertos formatos periodísticos, tal como eran conocidos hasta el momento. Sino porque han surgido nuevos actores, se trata de influencers con gran reconocimiento y cantidad de seguidores dentro de cada red social que, en cierta forma, poseen mayor acceso a las figuras públicas. En este sentido, tomaron notoriedad personalidades como las del streamer español Ibai Llanos, encargado de dialogar por medio de la red social Twitch con importantes jugadores del mundo del fútbol, siendo éstos cada vez más reticentes a ser entrevistados en formatos tradicionales. 

También ha surgido en el último tiempo un acercamiento del mundo de la política a esta red social. Twitch, una plataforma de transmisión en vivo propiedad del gigante tecnológico Amazon, cuenta con millones de usuarios en todo el mundo. Además, posee una importante particularidad y es que en su gran mayoría está integrada por centennials y millennials. Es decir, jóvenes que, en líneas generales, no superan los treinta años de edad o incluso menos. Uno de los casos más relevantes, producto de su gran repercusión, ocurrió en octubre del año 2020 cuando la congresista estadounidense Alexandria Ocasio-Cortez uso Twitch para jugar Among Us y conversar con los jóvenes sobre ciertas políticas públicas y la importancia de que ejerzan su voto. 

 

Otro de los casos relevantes fue el de la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Arden, quien apareció en la plataforma junto a un conocido streamer del país. En plena campaña electoral, la primera ministra visitó a un popular carpintero que transmite sus trabajos por Twitch y decidió participar de su transmisión. También es posible mencionar el caso del actual presidente de Francia, Emmanuel Macron, al haber empleado la plataforma para dar curso a un debate político. Cabe destacar que no solo es utilizada por candidatos en plena campaña electoral o presidentes en ejercicio del poder sino que también se comienza a observar la aparición de cuentas de carácter institucional. En ese sentido, el Gobierno Británico creó una cuenta oficial en la plataforma para transmitir los discursos del primer ministro y sus colaboradores. También toma notoriedad una cuenta, no oficial, que suele transmitir las sesiones del parlamento británico. En América Latina, el Gobierno de Guatemala siguió los pasos de sus pares ingleses y comenzó a utilizar la aplicación para transmitir diversas ruedas de prensa.

Teniendo en cuenta que la política y los medios tradicionales no lograrían llegar de manera efectiva al electorado más joven y sumada la gran expansión de las plataformas de streaming debido a los contextos de aislamiento provocados por la pandemia del coronavirus, Twitch se convierte en un fértil campo de batalla en busca de disputar el voto joven. En este sentido, resulta importante observar la gran relevancia que cada día toman los movimientos ecologistas o también ciertas formas de activismo digital, como cuando miles de fanáticos del K-Pop boicotearon un acto de campaña del ex presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. Lo que se pone en debate no es el desinterés de los jóvenes por la política sino cómo ésta establece la interacción con ellos. En la actualidad, los políticos deben lograr comunicarse efectivamente con un electorado integrado por las nuevas generaciones. Las plataformas de streaming abren una nueva oportunidad para mejorar la relación entre representantes y representados. Sin embargo, es preciso aclarar que no basta con que los políticos tradicionales se encuentren en plataformas como Twitch, sino que deben garantizar una participación efectiva de los jóvenes en la política en pos de mejorar la calidad de representación y construir una democracia más robusta.

 

 

En la Argentina, y en plena campaña por las elecciones de medio término, es posible nombrar los primeros casos de uso de Twitch, tales como la trasmisión de la entrevista al actual presidente Alberto Fernández junto a Pedro Rosemblat, o la del candidato José Luis Espert con un influencer local. Esta vez en un intercambio a distancia y mediado por un intento de adaptar su discurso de campaña a nuevos públicos. Este último factor es uno de los desafíos más relevantes para las figuras de la política tradicional, quienes no solo asumen la tarea de instalar sus discursos mediados por complejos marcos de intercambio y de interacción. Sino que además deben lograr comprender las nuevas plataformas en constante transformación y los nuevos modos en que producen y consumen las audiencias a las que pretenden llegar. Más aún si se trata de generaciones que han nacido en pleno auge de la digitalización. 

Por Leandro Soto, Lic. Ciencias de la Comunicación (UBA) y Maestrando en Periodismo (UBA) y
Álvaro Fernández Castex. Lic. Ciencia Política (UBA) y Maestrando en Gobierno (UBA).