El 14 de septiembre se realizó el «Taller de Música en el Cine» dictado por el compositor musical Ignacio Pérez Marín, en el marco del 24° Festival de Cine Latinoamericano de la ciudad de Rosario.
Cerca de las 13, en el Centro Cultural Parque de España, un grupo de productores, directores y estudiantes de cine y comunicación esperaban ansiosos la llegada del productor de música aplicada a películas, teatro, danza y televisión, Ignacio Perez Marín. El reconocido compositor, candidato al Cóndor de Plata por mejor música original en dos años consecutivos, sería el encargado de instruir a los presentes sobre el empleo de la banda sonora en la industria audiovisual. Para poder participar y recibir el certificado, los mismos necesitaron inscribirse digitalmente con anterioridad y presentar un informe sobre sus trabajos realizados en el área y sus motivaciones para concurrir al taller.
Una vez que los primeros asistentes entraron en el Tunel N°4, el también docente los invitó a acercarse y comenzó a consultarles por sus profesiones y producciones en la materia. Minutos más tarde, y ya con una cantidad considerable de personas ubicadas en los asientos del lugar, dio comienzo a la charla aclarando que no iba a centrarse en conceptos técnicos, sino que afirmó: «Mi intención es que entiendan que la música y el sonido tienen más que una función meramente documental, que se pueden y se deben diseñar con un valor añadido dramático y narrativo a cualquier tipo de producción». En este sentido, argumentó: «La música, además de ser sonido, es claramente un lenguaje, porque está articulado y significa cosas. El tema está en saber qué significa, para así poder utilizarlo a favor del guión, amplificando emocionalmente algunas situaciones específicas o contando algo que no está en pantalla».
En la primera parte del encuentro, se realizó un recorrido histórico analizando distintos ejemplos de combinación entre música e imagen, comenzando con la primera producción que un director le encargó a un compositor en 1908. Aquí explicó: «La música empezó a utilizarse por un motivo: tapar el ruido del proyector, el cual no era para nada silencioso. En ese momento, los directores comenzaron a darse cuenta de que había una relación entre el sonido y la imagen, lo cual generaba una reacción en el público. La gente miraba detrás de la pantalla para ver si había alguien, no entendía cómo se proyectaba algo que era una realidad que no estaba ocurriendo ahí». Y agregó: «La música, que en ese momento era en vivo porque no se podía grabar, calmaba a las masas y hacía que, de alguna manera, entraran emocionalmente en la historia».
A continuación, apoyándose en proyecciones sobre una pantalla, el oriundo de Chile mostró escenas de películas clásicas para que los oyentes pudieran entender de qué forma la teoría desarrollada anteriormente se puede poner en práctica. Desde King Kong a Perros de la Calle, pasando por Psicosis y sus propias producciones, Perez Marín buscó que los asistentes se dieran cuenta de cómo y dónde se fue utilizando la música y perfeccionando la sincronía entre lo visual y lo auditivo, con el avance de la tecnología. En sus palabras, el objetivo de ésto era que todos los presentes entendieran la historia, para interpretar al presente frente al futuro.
Luego de los ejemplos exhibidos, el disertante anunció que tendrían un receso de media hora para almorzar. En el momento de dispersión, aquellos interesados en charlar personalmente con él, tuvieron su oportunidad, y los medios encargados de cubrir oficialmente el evento aprovecharon para tomarle fotografías y entrevistarlo.
Pasadas las dos y media de la tarde, la audiencia volvió a ocupar su lugar, aunque hubo algunas deserciones de por medio. A diferencia de la primera parte del taller, en dónde (a excepción de los valientes de adelante) casi no hubo participación del público, e inclusive el músico incentivó a que éste interviniera a través de preguntas, en esta segunda mitad, y gracias al recreo, el ánimo de todos se notó más distendido hasta el punto de hacer chistes sobre algunos directores famosos.
Durante la hora restante, el especialista formado en el Colegio Berklee de Música (Boston, EEUU), se dedicó a ofrecer algunas recomendaciones para aquellos principiantes en la industria:
- Debemos trabajar para que el ego se quede afuera. No debemos olvidar que estamos contando una historia entonces tenemos que adscribir a las directrices dramáticas de un director o directora.
- Cuando se compone una pieza musical, debemos tener en cuenta que toda película es nueva. Es necesario empezar de cero, sin importar la cantidad de largometrajes en los que hayamos participado, porque no todos los personajes, las historias, los enfoques utilizados y la técnica cinematográfica (los planos, el movimiento de cámara, etcétera) van a ser iguales.
- No en todas las escenas se necesita música: si lo que se quiere contar es 100 % naturalista o si se desea la tensión del sonido limpio, se pueden utilizar otros recursos y emplear la banda sonora en otro lado donde se la requiera más.
Aproximadamente a las 16, y ya llegando al final del encuentro, Ignacio Pérez Marín concluyó su presentación con una reflexión muy útil para todos aquellos que quieran seguir su camino: «La música tiene una carga muy poderosa y eso nos invita a utilizarla con el conocimiento de que siempre va a decir y hacer algo a nivel físico, psicológico, emocional y técnico». Después de esta última declaración, los concurrentes lo despidieron con un cálido aplauso, pensando, seguramente, en todo lo aprendido en aquella jornada.
Por Clarisa Fittipaldi, Micaela Rievaj, Teo Smitt y Kevin Werner. Estudiantes del Seminario Ciberculturas 2017.