El presente trabajo es una síntesis de una tesina de grado en Comunicación Social cuyo objetivo fue efectuar un análisis de la construcción de subjetividades desde la comunicación masiva en el contexto neoliberal, específicamente en Argentina. En este caso, se ha explorado el fenómeno desde un acontecimiento representativo que se ubica en el año 2008: el Conflicto de la 125.

Introducción
En el mes de marzo de 2008 se emitió la Resolución 125, que establecía un sistema de retenciones móviles a cereales y oleaginosas en un contexto de fuerte crecimiento del precio internacional de la soja. Esta medida provocó un gran rechazo de las distintas entidades agrarias. A partir de entonces, comenzó un conflicto de gran relevancia para la coyuntura política del momento entre el oficialismo y los sectores opositores. La disputa no solo se dio en el plano parlamentario, sino también desde los sectores mediáticos y en las calles.

La intención de este trabajo es conocer cuáles fueron las estrategias utilizadas por los grupos mediáticos que se manifestaron en contra de la medida para apelar a las distintas subjetividades opositoras al oficialismo y unirlas en el reclamo a partir de la coerción y el consenso. Esto permitirá, además de atender a la singularidad de la coyuntura analizada, reflexionar acerca de ciertos acontecimientos que resultan comparables en la estructura comunicativa neoliberal, ya que también se profundizará sobre las condiciones de emergencia de los discursos en disputa.

El abordaje tomará como base la perspectiva foucaultiana, considerando a los discursos como prácticas, en tanto producen objetos, sujetos, verdades. Entonces, es necesario pensar al campo discursivo como juego estratégico, reconociendo la polivalencia táctica de los discursos que lo componen. No hay por un lado discursos verdaderos y por otro falsos, las validaciones dependen del lugar que ocupen en una relación de fuerzas, produciéndose solamente efectos de verdad.

Por otro lado, los acercamientos de Pierre Bourdieu a las nociones de violencia simbólica servirán como punto de apoyo para comprender los efectos de estas operaciones discursivas mediáticas. Asimismo, sus aportes sobre las configuraciones de sentido a partir de las estructuraciones generadas por la vida social, serán útiles para pensar las subjetividades a analizar y sus disposiciones de apreciación, percepción y acción en sus entornos.

Finalmente, para estudiar el fenómeno planteado en su manifestación macropolítica se retomarán las ideas de Antonio Gramsci (1999) sobre la constitución de bloques, la hegemonía y las relaciones de fuerza. Estos conceptos permitirán entender cuál es la dinámica de la relación entre los dos bloques antagónicos presentes en el Conflicto de la 125.

El análisis abordará artículos de la prensa gráfica por la accesibilidad de los discursos del medio y la facilidad de citarlos en forma directa para una dinámica más efectiva del trabajo. Además, se valora aquí la importancia de la prensa gráfica tanto en la historia argentina como en la coyuntura reciente. Siguiendo esta línea, se tendrá en cuenta la relevancia de la emisión gráfica del Grupo Clarín, siendo el diario más leído en el país (Becerra y Mastrini, 2009).

Neoliberalismo, subjetividad neoliberal y el caso argentino
Para pensar la comunicación en contexto neoliberal, no se puede dejar de lado tanto el surgimiento de esta teoría económica, como los avances en torno a las subjetividades que la misma produce. Frente a lo que se caracteriza como ficcionales mecanismos igualadores promovidos desde el Estado, el Neoliberalismo descrito por Von Hayek propone al mercado como el más eficaz distribuidor de recursos: una sociedad del derecho privado. Con respecto a las subjetividades configuradas a partir de esta estructura política-económica, Beatriz Dávilo (2016) se pregunta: “¿Cuál es, según Foucault, la matriz subjetiva sobre la que opera el liberalismo?” La del homo economicus, racional, egoísta y que calcula todo e intenta maximizar beneficios y reducir costos. Para el autor francés, la filosofía empirista inglesa del siglo XVIII produce una de las mutaciones teóricas más importantes de la historia de la subjetividad y la subjetivación en Occidente. Define, a partir de aquí, un sujeto de elecciones individuales motivadas por el interés como una forma de voluntad a la vez inmediata y autocentrada (Foucault, 2007).

Continuando esta línea, se hizo preciso releer la aplicación de las políticas neoliberales en nuestro país para contextualizar cómo estas configuraron una sociedad específica en distintos momentos históricos. Hasta el conflicto del 2008, Argentina había atravesado dos procesos neoliberales: la dictadura cívico-militar iniciada en 1976, y las presidencias de Carlos Menem durante la década del 90. Aldo Ferrer (2012) explica respecto a la estrategia puesta en práctica en ambas etapas, que se emplearon varios instrumentos semejantes pero que también existieron importantes diferencias. Los semejantes incluyen tanto la desregulación financiera como la apreciación del tipo de cambio. Por otro lado, las diferencias radican en las reformas del régimen jurídico institucional, terreno en el cual la segunda etapa avanzó con extraordinaria profundidad.

También es necesario mencionar, (para un entendimiento mayor de las relaciones de fuerza presentes en el fenómeno planteado) que la asunción de este tipo de gobiernos en distintos países emergentes y en Argentina no fue arbitraria, sino que fue parte de un plan premeditado y con objetivos predefinidos, siendo uno de los espacios prioritarios de la globalización financiera (Ferrer, 2012)

El bloque agrario, el kirchnerista y el conflicto
La conformación de las grandes oligarquías terratenientes en Argentina no se dio de forma arbitraria ni accidental, sino que, ya en los inicios del siglo XIX, las elites gobernantes liberales comenzaron a estudiar cómo funcionaba la política de cesión de tierras públicas al dominio privado. Sus trabajos marcaban cómo la enajenación de este bien público resultó fundamental para la construcción de las grandes fortunas rurales (Avellaneda, 1865; Cárcano, 1917). El Estado fue, desde esta perspectiva, uno de los responsables del proceso de concentración de suelos.

Por otro lado, el comercio libre colocó a la economía rioplatense en la órbita de la economía transatlántica. Estimulado por un mercado externo en expansión y altos precios internacionales para sus productos (primero cueros y desde la década de 1840 también lanas), comenzó un proceso de crecimiento del sector productivo agrario destinado a prolongarse por más de un siglo (Hora, 2014).

Este proceso comienza en 1810 y termina a inicios del siglo XX. Es a principios del siglo XIX cuando comienza a construirse un Estado argentino con soberanía propia y finaliza a comienzos del 1900 cuando el sector concentrado agrario se consolida como la principal élite económica de nuestro país.

Por otro lado, también se hizo imprescindible considerar un análisis coyuntural del conflicto planteado, entendiendo que éste no se dio en un gobierno neoliberal sino de otro tipo, y con un contexto nacional e internacional específico. En este sentido, debe tenerse en cuenta que la relación histórica entre gobiernos que aplicaron políticas peronistas y las elites agropecuarias no ha sido la mejor. Esto se remonta a los años 40’ cuando, a través de distintas políticas que apuntaban a desplazar a la agroexportación como la rueda maestra de la economía del país, junto con políticas sociales que favorecían el trabajo rural.

Los primeros gobiernos de Perón confrontaban directamente con los intereses de los poderes concentrados agropecuarios. Esto puede verse reflejado tanto en el apoyo que la Sociedad Rural Argentina brindó a los dos golpes de Estado que sufrieron los gobiernos peronistas (primero en el 55 y luego en el 76) como en los lock out realizados en contra de estas políticas llevadas a cabo “según una corriente de inspiración keynesiana” (Romero, 2012, p.152).

Ubicados ahora en 2003, luego de un largo período de crisis e incertidumbre, Néstor Kirchner (ex-gobernador de Santa Cruz), asume como presidente de la Nación promoviendo un modelo estatista y redistribucionista, preocupado por invertir en el gasto fiscal y por alentar el consumo en la sociedad. En este sentido, Romero (2012) plantea que hubo una fuerte intervención gubernamental, apuntada a utilizar el amplio superávit fiscal para expandir el gasto social y político.

Adentrándonos ya en el contexto del conflicto propiamente dicho, la política de retenciones estaba orientada a generar un efecto antiinflacionario, desdoblando precios internos y externos en vista de la creciente suba de precios de los productos de consumo común.

Además, había distintas situaciones críticas que afectaban al llamado modelo kirchnerista. Las exportaciones seguían en aumento, pero el crecimiento de las importaciones achicó el saldo comercial. Los superávits gemelos -el fiscal y el comercial-, pilares del crecimiento económico kirchnerista, eran amenazados. La inflación se conjugó con el atraso cambiario, y se sumó una incipiente fuga de capitales, que expresaba de manera clara las dudas y los temores de los grandes grupos empresarios y financieros. Así, los pagos de la deuda y el mantenimiento del superávit fiscal comenzaron a constituir un nuevo problema (Romero, 2012).

La aplicación de las retenciones móviles devino en una rápida respuesta de las patronales agrarias y el conjunto de actores vinculados al circuito sojero, dando lugar a la gestación de un genuino antagonismo entre dos bloques (uno, el kirchnerista, previamente definido y el otro que terminaría de conformarse aquí), en tanto se traspasó el grado meramente gremial y económico de la disputa y se la llevó a una dimensión específicamente política e ideológica (Varesi, 2014). Junto con ésta, apareció desde ese momento la construcción de subjetividades y otredades relacionadas a distintos valores que se mantenían latentes en el sentido común, y emergieron en esta disputa. Es innegable que la disputa inicial entre dos actores derivó en una que confrontó a gran parte de la población, generando en nuestro país una vez más (pero no la última) el fenómeno de extrema bipolaridad comúnmente llamado grieta.

El Bloque Agrario tuvo su conducción desde la Mesa de Enlace, que aglutinaba a las patronales del sector, incluidas la Sociedad Rural y la Federación Agraria, que habían estado históricamente enemistadas (Varesi, 2014). Es necesario entender cómo se unificaron integrantes de la pequeña producción (en la FAA y CONINAGRO) con grandes terratenientes (nucleados en la SRA y CRA) para constituir un bloque que, a pesar de su heterogeneidad interior, mostraba una homogeneidad discursiva e identitaria ante su bloque antagónico y el resto de la sociedad. Para comprender esto, es necesario saber que los cambios producidos por las políticas neoliberales implementadas en la última dictadura y la década de los 90, derivaron en una transformación de la fisonomía productiva del sector. El resultado de dichas transformaciones fue un proceso de homogeneización de los actores rurales de la Región Pampeana (Balsa y López Castro, 2011).

El Bloque Agrario demostró la capacidad de desplegar un amplio repertorio de acción colectiva, incluyendo cortes de rutas, asambleas, cacerolazos, escraches, piquetes, movilizaciones a puntos importantes de las grandes ciudades, y el apoyo de los medios de comunicación (Varesi, 2014). Es interesante notar cómo las acciones colectivas más importantes y recurrentes provenientes de las entidades patronales consistían en la apropiación y la resignificación del modo de protesta desplegado por los actores de las clases subalternas en su lucha contra el Neoliberalismo en el 2001.

La construcción de efectos de verdad
¿Cuál es el mecanismo que se pone en práctica para producir efectos de verdad? ¿Cómo adjetivan y califican a los hechos las editoriales periodísticas? Si retomamos a Foucault (1985) y pensamos al discurso de forma táctica, en un contexto en que cada quien intenta apropiarse e imponer determinados simbolismos, ¿cuáles son esos símbolos y cómo se ponen en práctica esa tácticas?

Una vez que se instalan como determinados discursos, existe simultáneamente un proceso de generación de consenso entre quienes los consumen, construyendo paulatinamente, hegemonía cultural en el campo de disputa (Gramsci, 1999). Se genera, en otros términos, una unidad intelectual y moral en la que intelectuales orgánicos de un bloque juegan un papel fundamental (Gramsci, 2004) y obtienen la fuerza apoyándose en el consenso de la mayoría, expresado por los llamados órganos de la opinión pública: los periódicos (Gramsci, 1999).

¿Dónde podemos ver plasmado este mecanismo? Un ejemplo que resultó determinante en este acontecimiento fue cómo se utilizó la figura del Gaucho para generar consenso entre la sociedad. Durante los 128 días que el conflicto se mantuvo en agenda, el Grupo Clarín recurrió permanentemente a homogeneizar la figura de el campo, comparándola con la Argentina y apropiándose consecuentemente de los símbolos patrios. Simultáneamente se enalteció la idea del hombre de campo, sencillo, trabajador, humilde, cercano a la naturaleza. De esta forma se homogeneizó al Bloque Agrario, y se lo identificó linealmente con una figura cuanto menos, honrada: el chacarero. Este mecanismo tuvo un notorio efecto positivo entre la opinión pública, ya que se unificaron los reclamos hacia lo que era un Estado acaparador que solo quería fortalecer la caja, desde lo que era una imagen representativa de lo que significaba ser argentino y ser trabajador.

Algunas reflexiones finales
¿Qué se encontró luego de explorar el corpus planteado? Distintos patrones comunes que derivan en uno en particular: la intención de descalificar a un Estado intervencionista y promover a otro que sea un mero espectador y no intervenga en la economía. Desde una gran amplitud argumentativa, todos los embates discursivos apuntan hacia ese lugar. Ya sea desde la idea de pensar al Estado como una entidad abstracta que roba el dinero de quienes contribuyen, pasando por entenderlo como un clan familiar, hasta su comparación con el de otros países cuyas políticas intervencionistas restringen distintas libertades individuales y de prensa. Actuando como operador mediático, el diario Clarín emite las noticias sobre el Conflicto con disposiciones previas que funcionan con un objetivo definido, el de construir efectos de verdad.

Para pensar cómo se manifiesta el fenómeno actualmente no es desestimable el avance exponencial de las tecnologías de la información y la comunicación y sus implicancias en nuestra forma de relacionarnos tanto interpersonalmente como con los hechos noticiosos. La omnipresencia de fake news emitidas a través de Facebook, Twitter y Whatsapp (principalmente) merece ser tenida en cuenta para pensar este fenómeno. Hoy en día los medios tradicionales tuvieron que ceder terreno ante nuevas formas de comunicación e información; ¿menos controladas?, ¿más anárquicas? Igual de funcionales a intereses económicos concentrados. Se hace muy difícil hoy por hoy dar la batalla cultural en la coyuntura planteada, pero desde quienes creen en un Estado democrático que deba estar presente en las distintas ramas de la sociedad, la respuesta parece ser una: la regulación estatal activa sobre la comunicación en todas sus ramas y plataformas. En caso contrario, ¿qué sucede? Bueno, la respuesta está a la luz: la imposición de una agenda, el establecimiento de efectos de verdad, y el control social, por parte de la comunicación neoliberal.

Por Alejo Muratti, Licenciado en Comunicación Social UNR.

Esta es una versión sintetizada de su tesina final de grado.

Bibliografía

-Avellaneda, N. (1865). “Estudios sobre las leyes de tierras públicas”. Buenos Aires: Imprenta del Siglo.

-Balsa, J. y López Castro, N. (2011). “Transformaciones socioproductivas, actores sociales y modelos de desarrollo rural en disputa. Reflexiones en torno al conflicto agrario reciente en la región pampeana” en J. Muzlera et al., Aportes, sujetos y miradas del conflicto agrario argentino (1910-2010) (pp. 141-162). Buenos Aires: CICCUS.

-Becerra, M. y Mastrini, G. (2009). “Los dueños de la palabra: acceso, estructura y concentración de los medios en la América latina del Siglo XXI”. Buenos Aires: Prometeo.

– Bourdieu P. (1999). “Meditaciones pascalianas”. Barcelona: Anagrama.

-Cárcano, M.A. (1917). “Evolución histórica del régimen de la tierra pública, 1810-1916”. Buenos Aires: Librería Mendesky.

-Dávilo, B. (2016). “Gobierno y subjetividad en el liberalismo y el Neoliberalismo”. Oxímora revista internacional de ética y política núm. 8 Primavera.

-Ferrer, A. (2012). “La construcción del Estado Neoliberal”. Revista de trabajo Año 8 Número 10 Julio/Diciembre 2012, pp. 99-106.

-Foucault, M. (2007). “Nacimiento de la biopolítica”. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
__ (1985). “La verdad y las formas jurídicas”. México: Gedisa.

-Gramsci, A. (1999). “Cuadernos de la cárcel”. México: Era.
__ (2004). “Los intelectuales y la organización de la cultura”. Buenos Aires: Nueva Visión.

-Hora, R. (2014). “La elite económica Argentina, 1810-1914”. En Rev. Sociol. Polit. vol.22 no.52 Curitiba Oct./Dec.

-Romero, L. A. (2012). “Breve historia contemporánea de la Argentina”. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica de Argentina, S.A.

-Varesi, G. (2014). “El “conflicto del campo” de 2008 en Argentina: hegemonía, acumulación y territorio”, en Geograficando. Revista de Estudios Geográficos, FAHCE-UNLP, Vol.10 No 2.