No podemos pensar hoy nuestra cotidianidad sin el uso del celular. La necesidad y la utilidad de este dispositivo ya no es algo que esté en discusión y, por lo tanto, es inevitable verlo entrometido en casi todos los aspectos de nuestra vida. La escuela y la educación no son la excepción.
Existen muchos registros de experiencias y notas donde su utilización dentro de las instituciones educativas está regulada. Al comienzo, está de más decir, que el rechazo fue unánime. El contra argumento es que el celular viene a distraer al estudiante de cualquier actividad pedagógica.
Desde el año 2010 cuando la aplicación Whatsapp fue creada, los usuarios de esta red social se han incrementado notablemente, llegando a superar los 1.500 millones, debido a las facilidades que brinda.
En las instituciones educativas la comunicación siempre fue, y debe seguir siendo, un pilar para su funcionamiento; se trabaja para una mayor cercanía docente-estudiante y así se intenta reconocer cada problemática particular.
Al haber observado una institución escolar de nivel secundario, en el centro de Rosario, fue claro advertir que esta app es utilizada como una herramienta de apoyo para comunicados de inmediatez y como complemento de los canales formales de comunicación. Esta escuela cuenta con grupos de whatsapp por curso, solo de estudiantes, que son utilizados para pasar o complementar información de la clase o tareas.
Su uso depende mucho de la iniciativa docente. Además de estos grupos, la escuela cuenta con otro conformado por dos personas delegadas de cada curso y el cuerpo directivo, para situaciones eventuales de mucha importancia. Surgió de una iniciativa del Centro de Estudiantes. En este caso testigo hay un reconocimiento de la institución por el uso del celular y su aplicación pedagógica, pero no hay un proyecto formal que regule los lineamientos escolares para el trabajo con esta red social.
Se puede ver entonces que el avance de estas prácticas se da casi espontáneamente. El uso del celular en los cursos queda librado a la predisposición e interés de cada docente; la mayoría se opone estrictamente y no le ve una aplicación pedagógica válida en sus materias. En otros casos se promueve la transferencia de datos y fotos del pizarrón.
El 100% del estudiantado, que fue consultado en encuestas del corriente año, aseguró tener celular con conexión a internet; y Whatsapp constituye la app preferida entre estudiantes. Además nos dieron a entender que una vez que se entiende su objetivo, disminuyen las interferencias no deseadas o conflictos entre integrantes. Por más que los objetivos no están del todo especificados, se entiende que es sólo para uso escolar y temas relacionados como, por ejemplo, actos, material de lectura de las materias, tareas y asistencia a clases, entre otros.
El grupo que integra el personal docente y directivos sirve para divulgar información importante, haciendo parte al estudiantado del funcionamiento institucional. Cabe aclarar que, en el caso investigado, tal participación y uso de esta herramienta fue propuesta por el Centro de Estudiantes.
Por un lado vemos que, inevitablemente, la escuela tuvo que intervenir en el uso del celular regulando sus fines prácticos y pedagógicos, pero no es suficiente reconocer una problemática sino que hay que trabajar en ella. En este caso, los grupos conformados por estudiantes se limitan a transferencia de información lineal pero, en otros, sirven como herramienta de consulta a docentes fuera del ámbito escolar, fomentando debates y extendiendo la cercanía entre estudiantes y docentes.
Beneficios del Whatsapp
Luego de tratar de introducir blogs y redes sociales al ámbito escolar, que sin duda pueden ser muy útiles, el Whatsapp ha logrado resolver las necesidades de inmediatez y eficacia de la comunicación institucional. Esta red social que no es vista como tal sirve para transferir archivos, videos, anclajes de Facebook o Youtube, realizar mensajes de voz, etc. y puede ser utilizada por cualquier persona. Entonces se puede ver como una forma de democratizar la información que transita en la escuela, incluyendo a estudiantes como parte activa de este recorrido.
En la experiencia citada al principio de la nota podemos ver cómo se utiliza esta herramienta para fortalecer y afianzar una trayectoria escolar. Tanto estudiantes como docentes pueden resolver problemas y despejar dudas fuera del horario de clase, incentivando nuevos espacios de debate y aprendizaje.
Desventajas del Whatsapp
Los conflictos en el uso de estas nuevas herramientas son inevitables, puntualmente en los grupos que suelen ser armados para un fin específico y, si no se respetan los parámetros, se vuelven tediosos y no cubren los intereses de cada integrante. Por eso, en ámbitos institucionales debe haber protocolos de uso, delineados por sus integrantes, quienes se comprometan para que esta app funcione de la forma adecuada.
Hay un debate repetitivo que habla de lo dificultoso de hacer seguimientos individuales en los recorridos de aprendizajes de cada estudiante, llevando a cada docente a planificar clases más generales sin detenerse en las particularidades de cada persona que transita la etapa escolar. Pero ahora contamos con otras herramientas que se deben conquistar para llevar la educación a todos lados, en todo momento. Sibilia (2012) da cuenta de cómo Foucault ya se había adelantado a estas tendencias, “las instituciones con vigilancia centralizada, con horarios fijos y pequeñas sanciones como la escuela, fábricas o prisiones, ya no son necesarias para transformar a sus habitantes en cuerpos dóciles y útiles. Estas nuevas formas más sutiles de atar a los cuerpos a las instituciones son más eficientes y no tienen tanta oposición, son adquiridas con facilidad y espontaneidad” (p. 178).
Adaptarse a estos cambios parte de una postura dócil frente a estudiantes, pero al mismo tiempo, atenta a las incumbencias que surjan en su desarrollo: saber que enseñar no es transferir conocimiento, sino crear las posibilidades para su propia producción o construcción (Freire, 1997), así se refiere a una concepción de la enseñanza que puede servir como guía en muchos los aspectos de la educación.
Por Juan Santiago Meazza, estudiante de Producción y Evaluación de Material Multimedia Educativo del Profesorado de Comunicación Educativa, ciclo 2019.
Bibliografía
Freire, P. (1997) Pedagogía de la autonomía: saberes necesarios para la práctica educativa. Buenos Aires: Siglo XXI.
Sibilia, P. (2012) ¿Redes o paredes?: la Escuela en Tiempos de Dispersión. Buenos Aires:Tinta Fresca.