Una gran parte de la ciudadanía argentina se encontraba en el exterior cuando la medida del aislamiento fue anunciada. Este es el caso de Juan y Ailén, dos estudiantes de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales que viajaron a Europa en el mes de diciembre.

 

El Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio decretado en Argentina el 19 de marzo del vigente año tuvo un gran impacto tanto en la vida de estudiantes como en la de todo el cuerpo académico.

Respetando el protocolo propuesto por el presidente de la Nación, las aulas cerraron y las clases pasaron a dictarse a través de las pantallas. La Universidad Nacional de Rosario, comenzó de manera progresiva el dictado de clases el día 1 de abril, a través de plataformas virtuales. La UNR creó aulas digitales y paralelamente, la Fcpolit acompañó con un espacio web de recursos en apoyo a la gestión de las clases online. 

Mientras una porción del estudiantado se está adaptando a la nueva modalidad virtual nos encontramos con casos en los que no solo se deben adaptar a este nuevo sistema, sino también a las complicaciones que acarrea encontrarse, en este momento, fuera del país. Para Juan y Ailén, la virtualización de las clases fue un arma de doble filo. Debido a la pandemia se encuentran aún viviendo esta experiencia en Europa. Su plan de regresar a la Argentina para el inicio de clases, para cursar el quinto año de la Licenciatura en Comunicación Social presencialmente en Rosario, se vio interrumpido por el cierre de las fronteras. Pero asimismo, la modalidad de cursado virtual les dio la posibilidad de no perder el año académico aún estando a más de 10.000 km de distancia.

La diferencia horaria

Las principales problemáticas que afectan a quienes estudian y se encuentran en el exterior son los horarios y la organización para trabajar con el resto del curso en trabajos grupales. 

Nos comenta Juan desde Barcelona, que “tener el reloj cinco horas adelantado es como vivir en otra dimensión. Cuando me levanto, mis compañeros y compañeras están en el quinto sueño. A la tarde, recién se están levantando. A la hora de la cena, casi siempre tengo alguna clase online. Y cuando se acerca la hora de dormir, me proponen una juntada. Antes de la pandemia era difícil coordinar para juntarse, ahora me es casi imposible”.

Juan tiene tan sólo una franja horaria en la cual se puede conectar con quienes debe realizar trabajos en grupo. “Me contacté con una compañera que se encontraba en la misma situación que yo y coincidimos en los mismos puntos como obstáculos”.  

La clase que comparten comienza a las 00:00 y termina, aproximadamente, a las 3am GMT+2. Es una dificultad que afecta su cursada por el cansancio de la trasnoche.  Por otro lado, Ailén está viviendo una situación muy similar en Londres. Para ella, también es un problema la diferencia de horarios y la incertidumbre de si van a poder volver o no a cursar de modo presencial. Allí hay cuatro horas más así que termina de cursar a la 1am GMT+1 varios días. La diferencia horaria hace que tenga que trabajar sola muchas veces y no pueda hacerlo en grupo.

Comunicación, interacción y herramientas

Juan y Ailén cuentan con computadoras y acceso a internet, pero hubo momentos en el viaje que no pudieron cursar por falta de esos recursos. Para quienes no cuentan con una computadora, la cursada se vulve casi imposible. “Uso la compu para anotar rápidamente en un word lo desarrollado en cada clase, si solo contara con el celular, se me complicaría”, menciona Juan.

Entre las dificultades de la virtualidad Ailén nos relata: “Se me complica ya que por la pandemia no tengo trabajo, por lo tanto es muy caro vivir, y si se me rompe la PC no tengo plata para arreglarla” 

Las plataformas más utilizadas fueron Google Meet, Facebook y Zoom. Por un lado, Juan explica que “la experiencia con Facebook ha sido bastante monótona, ya que no me permitió la interacción como sí lo hizo Google Meet. Zoom, personalmente, es una buena herramienta, pero los problemas de manejo suelen venir por parte de docentes”. Por el otro lado, Ailén cuenta que prefiere las videollamadas por Jitsi o Meet y que la herramienta WordPress es muy útil ya que el contenido se encuentra ordenado y con fácil acceso. Ailén expresa que “las materias que no le dan ni bola a los portales web se hacen muy pesadas, te dan ganas de no cursarlas directamente”.

Vestigios de la Pandemia: ¿qué nos quedará después? 

Uno de los grandes interrogantes a responder es si el sistema de cursado online seguirá siendo una posibilidad para cada estudiante de la UNR. Poder elegir la modalidad de cursado de su carrera, una vez atravesada la instancia del aislamiento. 

“Creo en una Universidad Pública con llegada a todos los sectores sociales, pero para ello debemos plantearnos todas las problemáticas que nos atraviesan. Desde quienes cursan sin acceso a Internet o con acceso limitado a distintas organizaciones internas de las cátedras. Quizás sea el momento de que surja una aplicación específica para la realización de clases online, una especie de Zoom pero pensado íntegramente para el desarrollo del aula virtual. Creo que este ‘nuevo sistema educativo’ puede ser viable, pero necesita más organización para lograr gran efectividad. Dicho esto, esta modalidad podría perdurar en el tiempo tranquilamente, complementado con la modalidad presencial. Por ejemplo, no sería una mala idea pensar consultas de forma online”, comenta Juan.

Ailén también considera que es viable este sistema virtual, y nos dice que: “te permite vivir en otro país mientras te formas profesionalmente”. Ella está trabajando y terminando la carrera, algo totalmente impensado, “me enriquece muchísimo. Podría haber perdido el año y sin embargo estoy haciendo las dos cosas y es perfecto”. 

En cuanto a los primeros años de la carrera, Ailén opina que deberían reestructurarse y organizarse tanto docentes como ingresantes de manera que puedan cursar de manera fluida ya que hasta tercero inclusive necesitan muchas horas de cursado, consultas, etc. “La carrera se convierte en autodidacta pero en los últimos años tomás ritmo y no es algo difícil, todo depende de la adaptación de algunas materias prácticas. Ahora estoy haciendo materias que requieren trabajo de campo en Rosario, me adapté a realizar todo a distancia y explorar otras opciones que permitan plasmar el conocimiento desde  otro lugar. Me permite poder seguir cursando sin problemas desde afuera.”

La realidad es que hay una gran cantidad de la población rosarina que por distintas razones se encuentran viviendo en el exterior, dejando atrás sus estudios universitarios o sus proyectos de estudiar una carrera en el país. Esta situación fue un desafío para todas estas personas y puso a prueba a docentes y estudiantes para adaptarse a esta nueva modalidad. El esfuerzo no fue en vano y, hoy en día, gracias a las políticas de extensión de acceso a internet para la gran mayoría de estudiantes los obstáculos se van venciendo de a poco. ¿Será el turno de abrir la posibilidad de estudiar en la universidad pública de calidad para estudiantes viviendo en el exterior?

Por Juan Manuel André, Juan Biet, María Carroli, Juliana Gómez, Juana Lencina y Arturo Tuells, estudiantes del Seminario Ciberculturas, ciclo 2020.