Cansados y cansadas de sorpresas desagradables, son cada vez más quienes recurren a «Does the dog die?» para ahorrarse la angustia de un final poco feliz.

 

Privatización de la lectura es el concepto que introdujo el historiador Peter Burke para pensar los cambios que suscitó la evolución del libro en los consumos de lectores durante los siglos XVII y XVIII. El pasaje de grandes manuscritos sin división de párrafos, títulos o capítulos a libros diseñados y elaborados permitió que cada lector y lectora pudiera recorrerlos con mayor libertad y autonomía, acorde a sus tiempos y necesidades. Significó, en consecuencia, la posibilidad de dejar de depender de la lectura pública o conjunta, donde un orador leía frente a un grupo de personas. Permitió, en definitiva, personalizar el encuentro de cada lector/a con su libro, transformando ese momento en uno único y particular.

Fue el libro, en tanto tecnología que posibilita ciertas prácticas, el que potenció esta tendencia. Aunque claro, el libro no se diseñó solo. Fueron las comunidades de lectores y escritores quienes generaron y acompañaron estos cambios a lo largo de la historia. La digitalización es el gran salto más reciente en la historia de la lectura que podemos rastrear: del libro físico al e-book, dispositivos y plataformas online de lectura, como Wattpad, Kindle o Google Play Books.

Esta era no está excluida de la cultura on-demand, donde cada usuario tiene la posibilidad de elegir qué quiere consumir, cuándo y cómo. Sin embargo, elegir qué leer resulta complejo cuando la oferta se percibe como ilimitada: al recorrer bibliotecas digitales la sensación es “podría seguir scrolleando por horas y no dejarían de aparecer títulos”. Surge, en ese sentido, la necesidad de filtrar tanto aquello que sí queremos leer como lo que no. La primera parte está bastante cubierta: podemos consultar listas, recomendaciones en Goodreads, vídeos de booktubers o simplemente confiar en el algoritmo de la aplicación que estemos utilizando. Ahora bien, cuando algo no es de nuestro agrado en una lectura, ¿quién o qué nos puede advertir? ¿Cómo sabe el lector o la lectora que al final de este libro el perro no se muere y se ahorra la angustia?

 

¿Al final, se muere el perro?

Does the dog Die. com es la aplicación que prepara al lector para cualquier cosa que pueda llegar como sorpresa a la hora de leer un libro. Es una de las pocas en internet con personal self advice (PSAs) para todos los formatos: películas, tv shows, video games to books, podcast y comics.

John Whipple, un desarrollador de software, creó “Does the Dog Die?” en 2010 a partir de la sugerencia de su hermana que se había cansado de sentirse emocionalmente manipulada por las muertes de los perros en películas.

En los primeros años esta página sólo tenía una lista de películas y perros muertos hecha por Whipple, su hermana y algunos amigos. La audiencia comenzó a crecer, y ahora no solamente se encuentran trigger warnings de películas sino también de comics, podcast, y libros, entre otros formatos de contenidos.

Does the dog die? funciona a partir de una lista trigger warnings o advertencias que te avisan qué puede ocurrir en el libro que vas a leer. Es la principal característica de la plataforma ya que mientras la mayoría de los sitios se maneja a partir de tags con los que uno filtra lo que se quiere leer, este nos permite seleccionar lo que deseamos evitar.

El sitio cuenta con más de 80 sugerencias de los usuarios, desde muertes de perros hasta suicidios.  Además, la aplicación cuenta con la posibilidad de que los usuarios sugieran posibles categorías a sumar que se seleccionan de manera democrática mediante la votación de los otros usuarios. De esta manera, la página todavía se mantiene sin spammers y trolls. Esta forma de selección a través de trigger warnings permite al lector buscar aquellos libros a partir de seleccionar qué no quiere leer. Es una forma de saber que va a pasar en el libro sin spoilearte.

 

¿Cómo funciona la página?

Does the dog lie cuenta en su sitio web con diferentes categorías u opciones. Comenzando con trending, aquí aparecen los títulos más populares en la app y los estrenos más recientes, para que los usuarios puedan acceder más rápidamente. Esta opción permite a los usuarios discernir entre lo que quieren que contenga su película, lectura, etc. y lo que no. La segunda opción es tracking, aquí los usuarios pueden dejar fijados aquellos tópicos con los que no quieren encontrarse en películas, libros, etc.

Sigue la opción contribute donde los usuarios pueden sugerir nuevas categorías y añadir nuevos libros, películas o cómics. Además, como todo el contenido de la página es aportado por lectores, los usuarios puede ir haciendo las observaciones de cada categoría para cada título y dejar un comentario

Por ejemplo, se puede elegir cualquiera de las categorías disponibles como también solicitarla, en caso de que no esté lo que queremos ver o evitar. Una vez elegida la categoría, los usuarios tienen la posibilidad de filtrar por si quieren que contenga eso o no, como también el soporte en el que quieren consumirlo.

Does the dog die también se encuentra disponible como app de pago tanto  en App store como en Google play.

 

Trigger warnings: ¿son realmente recomendables?

Desde el punto de vista psicológico, los profesionales tienen sus reservas con respecto a los trigger warnings y algunos consideran que hasta podrían ser contraproducentes. Esto se debe a que, en muchos casos, el hecho de que se haga una advertencia de contenido es suficiente para revivir recuerdos traumáticos.

En su artículo, Carolina Casado, psicóloga madrileña, explora cómo el hecho de evitar constantemente un tópico que desate recuerdos desagradables es incompatible con el tratamiento del síndrome de estrés post traumático. Este tratamiento consiste en la exposición sistemática y controlada de los factores desencadenantes y los recuerdos que provocan. Aquí es importante destacar que estos tratamientos deben ser realizados siempre por un profesional. También cabe aclarar que trauma no es lo mismo que desagrado, tristeza no es lo mismo que depresión. Esto quiere decir que, aunque este tipo de tratamientos sean los recomendados para tratar traumas, no significa que si algún tema o tópico te resulta angustiante o desagradable DEBAS exponerte a ellos.

Por otro lado, Carolina Casado, reconoce que las emociones de desagrado, angustia o miedo que puedan producir en nosotros determinado tipo de contenido, son válidas. Frente a esto, considera que podría ser más adecuado el término content warning (advertencia de contenido), ya que refiere directamente al contenido, mientras que trigger (desencadenar) warnings refiere puntualmente al espectador y a su trauma. Por esa razón, el término trigger warning podría reforzar la idea del trauma como algo central en la identidad y corre el riesgo de hacerse crónico.

Sin embargo, pese a las recomendaciones de los profesionales de la psicología, las audiencias continúan creando herramientas para protegerse de aquellas temáticas no deseadas. Estas herramientas, así como en su momento lo hicieron los márgenes, los marcapáginas, los capítulos, vienen a revolucionar los hábitos de lectura, a cambiarlos drásticamente. Se produce una profunda privatización de la lectura, donde se le ofrece a la audiencia la posibilidad de encontrar contenido que se adapte perfectamente a sus preferencias. Como todo lo que es nuevo, puede generar controversia y opiniones polarizadas. En definitiva, lo que sucede es que a partir de una necesidad surge una herramienta en respuesta, una herramienta que ayuda a muchos a encontrar un lugar seguro al momento de sumergirse en el mundo de la ficción.

Por Victoria Baños, Lara Benditti, Rocío Brassesco, Nerea Depetris Berardo y Fernández Sol, estudiantes del Seminario Ciberculturas, ciclo 2021.