El Ballroom es el espacio por excelencia en el cual las personas LGBT+ pueden expresarse tal cual son y olvidar las restricciones típicas de la sociedad, el ambiente laboral y, muchas veces, la familia. Allí, libremente y sin miedo a la exclusión, llevan a cabo expresiones artísticas que acostumbran a ser rechazadas por los medios hegemónicos, lo cual también convierte a estos bailes, cantos y desfiles en puras expresiones de resistencia. En la pasarela, los cuerpos y las vestimentas extravagantes son las herramientas para combatir la censura impuesta por la heteronorma y crear un ambiente seguro de transitar para estos grupos disidentes. 

En Rosario, existe una organización llamada Casa Disidentra que se encarga de organizar muchos de los Ballrooms en la ciudad. Los participantes de los concursos se pueden anotar individualmente como en grupos llamados “casas” y los premios van variando según las categorías. También se llevan a cabo diferentes talleres de danzas emblemáticas del movimiento como por ejemplo el voguing

 

 

La cultura del Ballroom nació en la ciudad de Nueva York cerca de la década de los 70. En principio fue el refugio de cientos de jóvenes que habían perdido el lugar en sus familias a causa de su orientación sexual o su identidad de género. Vivían en las calles, muchos no tenían trabajo y estaban enfermos. Muchos de ellos, los mayores y más experimentados, fundaban “casas” y formaban familias alternativas, cuidando a sus “hijos” y proporcionándoles un lugar seguro hasta que pudieran defenderse por su cuenta. Mientras tanto, asistían a los Ballrooms, sitios seguros en donde conocían más personas como elles y participaban en competencias de distintas categorías, como por ejemplo baile, lipsync, modelaje, imitaciones, etc.,  a cambio de trofeos y reconocimiento para sus respectivas casas. 

Eventualmente el Ball se fue expandiendo por el mundo. Las casas más renombradas de Nueva York comenzaron a abrir sedes en otros países. Si bien la cultura Ballroom sigue siendo bastante under, algunos espacios en la televisión e internet fueron dando lugar a escenas más diversas. Hoy, afortunadamente, vemos que la discriminación a las personas queer es cada vez menos notoria; pero aún existe sin dudas y, para luchar en su contra, sigue existiendo el Ballroom

 

Por Gabriel Saunit, Mara Ríos, Julián Correa y Gina Garbolino, estudiantes del Seminario Ciberculturas, ciclo 2022.